La irrupción de VOX en Andalucía es un síntoma político y social, pero también una mala noticia. Aunque la extrema derecha ya tiene representación parlamentaria en muchos países europeos y gobierna en Austria, Italia, Hungría y Polonia, en España se encontraba concentrada, y por tanto diluida en el seno del Partido Popular. Los ultras y nostálgicos del franquismo convivían con sectores conservadores y liberales. Separados ahora, el peligro radica en que pretenden marcar la agenda política y en el escoramiento de los discursos hacia la derecha.

Acontecimientos de los últimos tiempos como el tren de la libertad en 2014, la huelga feminista del 8 de Marzo de 2018, donde cientos de miles de mujeres desbordaron las calles o la respuesta frente a la sentencia de la “Manada” nos invitan a pensar que estamos ante un momento histórico singular. Así lo sostienen teóricas como Rosa Cobo o Alicia Miyares. Nos encontramos inmersos en “la cuarta ola feminista. De manera sucinta, cabe recordar que la primera ola fue la del feminismo ilustrado en el S.XVIII, la segunda la del feminismo sufragista liberal en el S.XIX, la tercera ola fue en segunda mitad del siglo pasado donde se promulgó que lo personal es político y se empezó a hablar de la agenda de los derechos de las mujeres y ahora, estaríamos en una nueva fase. Lo característico de este momento histórico del feminismo del S.XXI es que se ha globalizado y se ha hecho masivo. Lo hemos visto con el Mee Too, pero también en Irán, Turquía, Chile, Argentina, etc.

El feminismo de la cuarta ola ha vuelto a insertar en el plano político las reivindicaciones de las mujeres, poniendo de nuevo el foco en los privilegios patriarcales y en los mecanismos de opresión capitalista que necesita de las mujeres para explotarlas en los procesos productivos.

Ahora bien, a este movimiento transformador y emancipatorio que representa el feminismo, le está siguiendo una ofensiva machista.  Sabemos -ha sucedido así históricamente- que cada ola le sucede su resaca. Es la cara B: el patriarcado que se revuelve cuando ve amenazados sus privilegios sobre el control de las mujeres.

Neoliberalismo y patriarcado se retroalimentan, lo vemos en propuestas como las de Ciudadanos del alquiler de vientres, fomentando el tráfico de bebés a nivel internacional o la de legalizar el sistema prostitucional para que proxenetas sean honorables empresarios y los puteros tengan siempre mujeres a disposición.

El “nuevo” PP de Casado le compra a la Iglesia la descalificación del feminismo como “ideología de género”, cuando la única ideología de género que conocemos se llama machismo. No sólo vuelven a la carga con restringir el derecho a la libre interrupción del embarazo, sino que en competición con la extrema derecha, están dispuestos a sacrificar a las mujeres y su propia coherencia en la lucha contra la violencia de género, plasmada en un gran Pacto de Estado contra la Violencia de Género en 2017 con Mariano Rajoy al frente del Gobierno.

Negar la normativa contra la violencia de género y la violencia de género en sí como propone VOX supone poner en peligro el presente y el futuro de las mujeres y sus hijos. A este despropósito están entregados como corderitos PP y C’S por gobernar.

Equiparar fenómenos como la violencia de género y la violencia doméstica sólo puede tener dos motivos: ignorancia o mala fe. Son fenómenos diferentes y por tanto delitos diferentes. Existe una violencia y desprecio específico contra las mujeres y niñas y esto es el machismo, que es estructural y se reproduce socialmente. Comparar a hombres asesinados por sus mujeres con la lacra de la violencia de género es de una falta de rigor intelectual absoluto. Presentar a los hombres como víctimas del feminismo es maliciosamente machista. PP y C’S no pueden ser cómplices de este disparate.

Las fuerzas de progreso y las fuerzas reaccionarias están chocando. No es anecdótico que la ministra de Mujer, Familia y Derechos humanos de Brasil,  afirmara cual profecía que “las niñas van de rosa y los niños de azul”. De una manera grotesca lanza un mensaje  anti-igualitario, porque al fin y al cabo, a la extrema derecha no hay nada que le repugne más que la igualdad.  Tampoco es anecdótico que mujeres de VOX hayan lanzado un vídeo donde reivindican su propia voz  y califican el feminismo de burka ideológico. Nadie duda que estas mujeres hablen por sí mismas, el problema es que hablan un lengua muy atávica, muy peligrosa y sobre todo, muy poco amiga de la igualdad y la libertad.

El 8 de marzo las mujeres salimos masivamente a la calle a defender nuestros derechos. Pero los derechos se defienden en las urnas, para que nuestros votos se traduzcan en políticas.

En mayo es fundamental ir a votar. Votar para no retroceder en el tiempo, votar porque no estamos dispuestas a sacrificar nuestras conquistas, votar para avanzar como hemos hecho estos años en Baleares. En definitiva, votar para no dar ni un paso atrás.