Las elecciones autonómicas en Catalunya parecen la solución más plausible, al menos la que está cobrando mayor fuerza, ante el desafío soberanista. Mariano Rajoy ha convocado al Consejo de Ministros este sábado 21 de octubre para acordar los siguientes pasos del 155, y los comicios sobrevuelan Moncloa desde hace días. El aliado por antonomasia del Partido Popular, Ciudadanos, presiona para que el Gobierno utilice el artículo más famoso de la Constitución para convocar elecciones, y la exministra Carmen Calvo (PSOE), ha anunciado en Los Desayunos de TVE que los socialistas han pactado con el Ejecutivo la celebración de elecciones autonómicas el próximo mes de enero. Fuentes del PP han desmentido que los comicios pudieran ser en enero, sino en seis meses, tal y como publica El Independiente. Pero al igual que Roma, todos los caminos conducen a un nuevo escenario electoral. ¿Cómo afronta el bloque independentista el nuevo cáliz?

Esquerra Republicana de Catalunya y PDeCat (antigua Convergència) conforman el actual Gobierno, apoyados por los antisistema de la CUP. La Candidatura de Unidad Popular (CUP) es la que marca los tiempos en la calle y tiene mayor capacidad de movilización social. Anna Gabriel, diputada en el Parlament y uno de los rostros cuperos, ya mostró su descontento cuando Carles Puigdemont aparcó la declaración unilateral de independencia a cambio de negociación y mediación internacional. La CUP presiona al president para que proclame la DUI ipso facto, y no entenderían otro escenario, hasta el punto de que se plantean no presentarse a las autonómicas en caso de celebrarse a propósito del 155. El diputado Benet Salellas así lo ha aunciado en TV3: “Haremos lo que pida el país. Es difícil hacer elecciones después de proclamar la República porque primero se debe consolidar”.

El mayor beneficiado sería ERC. Según señalan las encuestas de intención de voto, Esquerra arrasaría, erigiéndose como la primera fuerza del Parlament catalán, mientras el PDeCat se hunde. Fuentes de ERC aseguran a ELPLURAL.COM que han analizado algunos estudios demoscópicos con un grado de rigor considerable y, en efecto, los resultados serían notables mientras sus socios (con lo que conforman la confluencia Junts pel Sí) se desploman.

Las mismas fuentes señalan que hay sectores moderados en ERC que abogan por unas elecciones, sin embargo, señalan la existencia de una dificultad. La construcción retórica en campaña será complicada porque habría que distanciarse de Junts pel Sí.

Y es que, la confluencia lleva semanas entre dimes y diretes. Distensiones provocadas por la gestión post 1-O. Sectores de ERC aseguran estar descontentos con el president de la Generalitat porque no ha sabido administrar las expectativas. Un ejemplo sería cuando Puigdemont, en el calificado como pleno independentista, se dirigió a la Cámara catalana y, a sabiendas de que no declararía la independencia, generó unas expectativas inasumibles: personas a las puertas del Parlament, pantallas gigantes… En consecuencia, se produjo un sentimiento de frustración en buena parte del independentismo.

Lo que es seguro es que este sábado el Consejo de Ministros acordará los siguientes pasos del 155, que deberán ser ratificados en el Senado, donde el Partido Popular ostenta mayoría absoluta, por lo que sería un mero trámite. La duda está en los tiempos. El metrónomo del Estado será crucial.