De i a d) El presidente de la Generalitat de Cataluña en funciones, Artur Mas; el secretario general de CDC, Oriol Pujol; y el secretario de organización de Convergència, Josep Rull, durante la primera reunión del Comité Ejecutivo Nacional. EFE



Artur Mas quiere pasar a la historia. A cualquier precio. Está convencido que las urnas le han dado un serio varapalo porque no confiaban en su transición nacional. Ahora quiere quitarse esa espina pactando con los republicanos. Por eso, está poniendo toda la carne en el asador para lograr la estabilidad de su gobierno, aunque sólo sea por dos años. Para demostrarlo, no ha dudado en poner en la pira crematoria a Duran i Lleida. Ni tampoco en menospreciar a los socialistas. Todo a cambio de no asumir que las urnas le han dado un serio correctivo. Él, que siempre ha sido el primero de la clase, el estudiante más aventajado, no puede asumir una derrota. No quiere asumirla. Los suyos tampoco. No tienen recambio.

La estrategia de Mas desde el día 25 ha pivotado sobre tres ejes. Primero, buscar el culpable del desaguisado. Lo ha encontrado en Duran i Lleida. Su socio democristiano se mostró reacio a subirse al carro de la independencia antes de las elecciones. Sin pelos en la lengua se ratificó en su posición después del desastre electoral, ergo ha sido designado culpable de la derrota por no mostrar el adecuado “ardor guerrero”. Duran es el blanco de las críticas que le acusan de que su tibia posición le restó apoyos a la coalición nacionalista. Además se lo hacen pagar en forma de crisis en Unió Democràtica. El sector crítico está abandonando el partido. De momento, 40 cuadros se han dado de baja y han solicitado el ingreso en CDC. Todavía no ha solicitado el ingreso, la baja más destacada, Josep Maria Vila d’Abadal, alcalde de Vic.

Segundo, exigir estabilidad del govern a cambio de iniciar el camino de la transición nacional hacia la consulta. El silogismo de Mas es sencillo. Si ERC no garantiza la estabilidad el camino hacia la independencia no se podrá realizar. Por tanto, ERC será la culpable del fracaso. Por eso, los voceros nacionalistas han iniciado la presión mediática sobre Oriol Jonqueras exigiéndole altura de miras con eso de qué el país está por encima de todo, que el derecho a decidir está por encima del derecho a llegar a final de mes. En definitiva, que hay que llegar a la consulta aunque sea a costa de los derechos básicos de los catalanes.

En esta tesitura, los republicanos de Oriol Jonqueras intentan que Mas vire hacia políticas progresistas pero los 4000 millones que debe recortar la Generalitat en el próximo 2013 pesan como una losa. Y Montoro está vigilante. Para lavar la cara a los republicanos, Mas está dispuesto a aceptar que ha cometido errores en sus políticas de recortes y no hace ascos a aplicar nuevas tasas sobre nucleares o grandes superficies, o en recuperar impuestos como el de patrimonio o sucesiones. Hasta se aviene a negociar la supresión del euro por receta y replantearse algunos expedientes de regulación en empresas públicas. Todo a cambio de iniciar el camino hacia la transición nacional. Todo a cambio de no asumir que las urnas le han dado un serio correctivo. A Mas sólo le importa la estabilidad para hacer posible la consulta sobre la independencia. Es su forma de suavizar el varapalo electoral.

Tercero, ante las voces que desde el mundo empresarial pedían estabilidad al gobierno abogando por un pacto con los socialistas, el presidente en funciones de la Generalitat se apresuró a visualizar su cortina de humo de intento de pacto con el PSC de Pere Navarro. En primer término, aceptó convocar una cumbre de partidos para salir de la crisis. No la ha convocado. Dice que por falta de tiempo. Un tiempo que le ha sobrado para convocar una cumbre contra la ley de educación que ha puesto en marcha el ministro Wert.
En segundo lugar, se reunió con Navarro para cubrir el expediente. El socialista le dijo en privado lo que ya había dicho en público.

Los socialistas no van a apoyar la investidura pero estaban dispuestos a hablar si la prioridad era salir de la crisis y se aparcaba la consulta por la independencia. Mas contestó que su prioridad es la consulta y que su apuesta es ERC. De esta forma, el nuevo gobierno de Mas podrá envolverse en la estelada y acusar de todos los recortes en sanidad, educación, servicios sociales, de no pagar a las entidades, de echar a trabajadores, de recortar salarios, a Madrid. Y lo hará con el inestimable apoyo de una ERC con altura de miras. Todo por llegar a la independencia aunque sea a costa de los derechos de miles de catalanas. Todo por pasar a la historia.

Toni Bolaño es periodista y analista político