A nadie se le escapa que el Raval tiene una extraordinaria personalidad. Paseando por este barrio barcelonés es fácil enamorarse del encanto de sus calles y el calor de sus gentes. Su situación privilegiada, la gran cantidad de equipamientos culturales y la ejemplar convivencia entre vecinos procedentes de todos los rincones del planeta lo convierten en uno de los barrios más célebres de la ciudad.

 

Sin embargo, desde el siglo XIX, la historia humilde y obrera del Raval tampoco ha estado exenta de estigma y sensacionalismo; y el barrio ha sido descrito en los medios como núcleo de delincuencia, prostitución y tráfico de drogas pero, también, como ejemplo de la lucha obrera y resistencia vecinal. No obstante, más recientemente en el tiempo, la crisis y las consecuencias de un sistema capitalista que promueve la gentrificación y la turistificación han acentuado la degradación y la pobreza del barrio, generando un nuevo y peligroso fenómeno según explican sus vecinos: el narcopiso.

 

Comercios afectados

 

“Los narcopisos son supermercados de droga en viviendas, que afectan negativamente al comercio y a los vecinos de un barrio tan sensible como el nuestro”, explica el presidente de la Federación de Asociaciones de Comercio y Entidades del Raval, Josep Mª Nebot. “De día lo que más se vé son los hurtos”, lamenta el propietario de la tienda de bicicletas y motos La Bikeria, Guiseppe Butticeé. “Se trata de pequeños robos en los comercios, perpetrados por toxicómanos para financiar su adicción - añade Nebot - Es injusto que tengamos que vivir con miedo”.

 

Protestas vecinales en contra de la venta de drogas en el Raval

A pesar de la alarma social producida - en parte, por el boom mediático-; la Agencia de Salud Pública de Barcelona y el Ayuntamiento (ASPB) desmienten que haya aumentado el consumo de drogas en el barrio, aunque confirman un cambio en la forma de consumirlas. La mentalidad de negocio y supervivencia de los camellos y la existencia de pisos vacíos ha propiciado una situación favorable para los traficantes. Según la ASPB, el toxicómano suele avergonzarse de su comportamiento pero tiene una necesidad fisiológica de consumir con lo cual, si puede comprar la sustancia y consumirla inmediatamente en un entorno blindado y oculto, se le está ofreciendo “un servicio” difícilmente rechazable.

 

En esta misma línea, el propietario de La Bikeria afirma no haber detectado un aumento de drogodependientes por la calle, pero lo achaca al hecho de tener un comercio diurno. “Y por la noche el barrio se convierte en una jungla”, admite. En el caso de los establecimientos nocturnos, como el ocio o la restauración, la presencia de este fenómeno es más evidente. “Teníamos un narcopiso encima del restaurante - explica J.C., camarero de un establecimiento de la calle Ferlandina - Nadie hacía nada hasta que la lucha vecinal de Acció Raval logró expulsarlos”.

 

Resistencia vecinal

 

“Nosotros fuimos los primeros en denunciar el tema y vincularlo con la gentrificación”, afirma Ángel, activista de Acció Raval, una plataforma vecinal de denuncia, creada para mejorar la convivencia y el bienestar de los habitantes del barrio. Gracias a la experiencia adquirida tras años de lucha han ideado un protocolo para sus vecinos, en connivencia con la acción de la administración y las fuerzas de seguridad.

 

“Pedimos a los vecinos que estén atentos si un piso, que lleva mucho tiempo vacío, de repente tiene un tránsito inusual de según qué tipo de gente”, ilustra Jaime. “Nosotros también nos acercamos porque ya nos suenan muchas caras del mundillo de estas mafias” añade. El segundo paso, es denunciar a la policía, explican desde Acció Raval. “Los afectados tienen que hacer una redacción y lograr que la firmen los demás vecinos, en el caso de no localizar el propietario - prosigue el activista - También se insta al dueño del inmueble a que ponga remedio a la situación y se le apoya si no sabe cómo hacerlo”.

 Portería de un presunto narcopiso en el Raval

La plataforma vecinal pone en contacto a los damnificados con un equipo municipal creado especialmente para hacer frente a esta problemática pero también se presta a realizar acciones de protesta delante de los narcopisos “para que los traficantes sepan que sabemos que están ahí y que no les olvidamos”, comentan.

 

Un problema complejo 

A mediados de 2017, el Ayuntamiento de Barcelona elaboró ​​un plan de choque para sistematizar y reforzar las actuaciones en el campo de la vivienda, el espacio público, la prevención y la seguridad del Raval, al que se dedicó un presupuesto específico adicional de 1.128.245 euros. Asimismo, en una operación conjunta entre los Mossos d’Esquadra y la Guardia Civil se han revisado 40 entradas y se ha detenido a 54 personas en relación con el tráfico de drogas en el barrio, desde el pasado año hasta principios del 2018.

 

Aun así, la complejidad del fenómeno de los narcopisos provoca la sensación entre los vecinos que la acción policial no es efectiva. Los trámites para conseguir las órdenes judiciales de entrada a las viviendas son largos, debido al carácter especialmente protegido del domicilio. Se requiere de un período intenso de acumulación de carga de prueba para conseguir esta autorización, con la identificación de los autores de los hechos, cosa que les brinda la oportunidad de trasladarse a otro lugar.

 

Además, finalizada la intervención nada garantiza que el piso no se vuelva a ocupar. Es el caso de la calle de la Reina Amàlia, especialmente castigada por la lacra de los narcopisos. “Hemos pasado unos meses muy malos - comenta un activista de la plataforma vecinal Acció Reina Amalia, que prefiere no identificarse - Había dos bloques enteros de narcopisos, estaban unidos por el tejado y por eso costaba expulsar a los traficantes, ya que se iban trasladando de un sitio a otro”.

 

Cartel que advierte que en el bloque no se venden drogas en varios idiomas

¿El Raval en venta?

 

La mejor manera de evitar que un piso se destine a la venta de droga es que vivan familias de forma normalizada. Uno de los objetivos principales del plan de choque del Ayuntamiento es detectar los pisos vacíos del Raval y ponerse en contacto con los propietarios para que los tapien y, posteriormente, movilicen esos inmuebles poniéndolos en el mercado libre o cediéndolos a la bolsa de alquiler social del Ayuntamiento.

 

Hasta el momento se han identificado 228 pisos vacíos en el Raval, el 61% de los cuales pertenecen a entidades financieras o sociedades de inversión, según informa el ente municipal. Actualmente, se ha conseguido un acuerdo con los propietarios de 36 pisos para destinarlos a la bolsa de alquiler social de la ciudad, de los que ya se han formalizado diez cesiones. No obstante, esta vía se ve limitada por la falta de colaboración de buena parte de los propietarios. “Los bancos y las sociedades de inversión son perfectamente conscientes de lo que pasa en el barrio y de lo que están provocando”, se queja el activista de Acció Reina Amàlia. “Esto es el paso previo para vaciar el Raval y reconstruirlo a su gusto - remata - Además, creemos que es totalmente intencionado y que se hace con el beneplácito de los políticos”.

 

“En el barrio hemos identificado a importantes propietarios como CaixaBank, MK Premium, el Banco Santander o Dita Consulting, que sabían que tenían narcotraficantes en el piso y cuando los vecinos lo ocupamos nos cortaron el agua”, denuncia Ángel, de Acció Raval. También destaca la presencia de inmuebles de titularidad municipal y de pequeños propietarios. “No obstante, los que más edificios vacíos poseen son el BBVA y el banco de inversión estadounidense Blackstone, tanto en el Raval como en Vallecas - afirma el activista - Y aquí no responde nadie”.

 

El barrio, de los vecinos

 

Vecinos y comerciantes del barrio del Raval valoran el esfuerzo de la administración y las fuerzas de seguridad aunque admiten no ser suficiente. “Creemos que se utiliza el distrito de Ciutat Vella para ganar votos y hacer carrera política y necesitamos soluciones inmediatas”, protesta el presidente de la Federación de Asociaciones de Comercio y Entidades del Raval.

 

Lucha vecinal activa en la calle de la Reina Amàlia

Por ese motivo, plataformas como Acció Raval y Acció Reina Amalia se han puesto manos a la obra y, aparte de luchar contra el fenómeno de los narcopisos, también reclaman abaratar el precio de los alquileres y que las viviendas dejen de ser un producto financiero que “sólo beneficia a unos pocos”. Y para ello, están promoviendo iniciativas para que familias vulnerables ocupen pisos vacíos en el barrio.

 

“El barrio me recuerda mucho a la aldea irreductible de Astérix y Obélix, porque mientras se está gentrificando todo lo de alrededor - el Gòtic, el Born, La Barceloneta y Sant Antoni -  el Raval no”, comenta Ángel. Y es que muchos vecinos tienen la teoría de que la especulación inmobiliaria no ha terminado de triunfar precisamente gracias a las familias de inmigrantes que se quedaron tras la crisis para repoblar el barrio y dinamizarlo con sus comercios. “Y es que para el mercado esta imagen no resulta tan atractiva”, ironiza el activista. “Por eso permiten los narcopisos desde el 2013, para echarnos por las malas  - añade - Pero si nos vamos, será con los pies por delante y las botas puestas”. ”De hecho nos pasó un caso curioso con un narcopiso de la calle Riereta, donde se presentaron unos traficantes con ganas de jarana - concluye el activista de Acció Raval - Nosotros les habíamos ocupado la vivienda y espetaron que de quién era el lugar ahora, así que les dije: esto ahora es de los vecinos. El piso pertenece al barrio”.