¡Ay, señora Forcadell…! Esto no es lo que nos decía antes. Ahora resulta que la declaración de independencia era simbólica y que ante un futuro tenebroso abraza el denostado artículo 155 de la Constitución. Pues no habría hecho falta tanto tiempo y dinero invertido, tan mal rollo creado, ni la inquietud, ni el sufrimiento. Tampoco era necesario que la sede social de dos mil empresas emigrara de Cataluña.

El magistrado del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, lo ha dejado claro en el auto que llevó a la expresidenta del Parlament a pasar una noche en prisión, hasta que llegaron los 150.000 euros exigidos como fianza porque poderosos caballero es don dinero, como decía Quevedo.

Carles Puigdemont, vocifera desde Bruselas: “La ira del Estado español amenaza a todos”. Ya veremos cómo se las arregla

“Si consideramos su actuación sucesiva, la investigada ostentó, primero la presidencia de la Asamblea Nacional Catalana (ANC), desde cuyo mandato perfiló y comprometió una hoja de ruta que pasaba por la concienciación y la movilización colectiva cuya instrumentación se analiza,” sostiene el magistrado Llarena. Y añade que “su actuación esencial vino seguida de su presidencia del Parlament de Catalunya, en la que se perfiló el método que se iba a seguir para declarar la independencia, y que aportó el aparente soporte legislativo que el proyecto necesitaba, fundamentalmente las Leyes del Referéndum y de la Desconexión que condujeron a la declaración de independencia…”

De ahí a convocar elecciones constituyentes había solo un paso, señala también el auto del magistrado. Al oír esto los comparecientes, se les debió caer el mundo encima, Ud. incluida señora Forcadell, porque “¡això són figues d’un altre paner!” (“¡esto es harina de otro costal!”) Mire como sus colegas al verlas venir se comprometieron a acatar la legalidad.

Pero ya ve: ajeno a la realidad y afincado en su megalomanía, Carles Puigdemont, vocifera desde Bruselas: “La ira del Estado español amenaza a todos”. Ya veremos cómo se las arregla Puigdemont cuando le toque comparecer ante los tribunales españoles. Si es que, entonces, sigue apostando por una República Catalana que, en sus manos, hasta podría derivar en una república bananera