En el mismo país donde un gobierno autonómico trata de explicar cómo miles de mujeres quedaron sin recibir los resultados de sus mamografías, llegando incluso algunas de ellas a morir, otro presume de eficacia, prevención y recursos públicos. Mientras la Andalucía de Moreno Bonilla intenta sofocar la indignación por los fallos en el cribado del cáncer de mama en más de 2.000 mujeres, Castilla-La Mancha se presenta como el ejemplo de que una sanidad pública bien gestionada salva vidas.

Dos realidades opuestas separadas por Despeñaperros y la Sierra de Alcaraz, pero también por una frontera moral que distingue entre la política que protege y la que abandona.

El programa castellano-manchego de detección precoz del cáncer de mama es uno de los más consolidados del país, que cada año alcanza a más de 114.000 mujeres. Un programa al que el Gobierno de Emiliano García-Page no deja de dotar recursos, tanto económicos como materiales, para mejorar aún más su funcionamiento, suponiendo un compromiso con la salud de miles de mujeres de la región. 

Según datos facilitados por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el programa regional de detección precoz del cáncer de mama está dirigido a mujeres de entre 45 y 70 años, una franja de edad más amplia que la de la mayoría de comunidades autónomas.

Solo cinco regiones en España lo aplican desde los 45 años, en línea con las recomendaciones de la Unión Europea, mientras que en otras, como Andalucía, se inicia a partir de los 50. Esta diferencia evidencia que la prevención temprana no es una cuestión de azar, sino de voluntad política.

16 días para recibir resultados en Castilla-La Mancha

Durante el año 2024 participaron en el programa cerca de 114.000 mujeres, lo que supone que el 77% de las invitadas acudieron a la consulta. Además, el tiempo medio en ofrecer los resultados es de apenas 16 días, un dato que refleja la agilidad y eficiencia del sistema sanitario castellano-manchego.

Frente al colapso de la sanidad andaluza, donde los retrasos en los diagnósticos se cuentan por meses, Castilla-La Mancha demuestra que la planificación y la inversión pública marcan la diferencia entre el miedo y la esperanza.

Inversión en tecnología

El programa cuenta con una inversión de 23 millones de euros para el periodo 2023-2028, con el objetivo de alcanzar a 575.000 mujeres en el conjunto de la legislatura. Con el ritmo actual de participación y diagnóstico, el Gobierno regional asegura que la meta se cumplirá sin dificultades.

Asimismo, en mayo de 2025 se ha completado la renovación de todos los mamógrafos de la red hospitalaria castellano-manchega, sustituidos por equipos de última generación que permiten diagnósticos más precisos y reducen el número de falsos positivos. Gracias a esta tecnología avanzada, los profesionales pueden escoger tratamientos más eficaces y evitar biopsias y pruebas innecesarias, al detectar la enfermedad en fases aún más tempranas.

La modernización tecnológica y la planificación a largo plazo refuerzan el compromiso del Gobierno castellano-manchego con una sanidad pública de calidad, en la que la prevención se asume como una prioridad real y no como una consigna vacía.

Eficacia y prevención

La comparación resulta inevitable. En Andalucía, las denuncias se acumulan, la Fiscalía investiga posibles negligencias y la Junta de Moreno Bonilla improvisa planes de choque a contrarreloj para intentar reparar un error que nunca debió ocurrir. En Castilla-La Mancha, en cambio, los resultados hablan por sí solos: eficacia, prevención y confianza ciudadana en el sistema público de salud.

Desde el Ejecutivo de Castilla-La Mancha destacan que los datos remitidos al Ministerio de Sanidad reflejan una política pública que funciona y que está salvando vidas, una afirmación que, más allá de las cifras, define el sentido de un modelo sanitario basado en la equidad, la planificación y la prevención, frente a la desidia y el abandono que caracterizan a los gobiernos conservadores cuando se trata de lo común.