La comunicación oficial de su nombramiento como secretario general del PSOE en Castilla y León llegó este jueves desde el partido mientras Carlos Martínez presidía un pleno en el Ayuntamiento de Soria del que sale cansado, pero incombustible. Lo primero la enhorabuena, y después las preguntas para un municipalista convencido, un portavoz de lo pequeño, un ariete contra la despoblación y un ganador imbatible de elecciones durante casi dos décadas que afronta ahora la áspera política autonómica.

Después de dieciocho años ininterrumpidos de Alcaldía avalado por cuatro mayorías absolutas consecutivas, el nuevo líder socialista, que salta a la comunidad autónoma más grande desde la ciudad más pequeña, enfrenta el papel de oposición a un gobierno —el del presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco— que es un hueso duro de roer y al que el Partido Popular lleva encaramado cuarenta años, apoyado tan pronto en Ciudadanos como en Vox y finalmente solo, en un Parlamento actualmente hostil.

PREGUNTA (P) ¿Le da vértigo salir de la zona de confort?

RESPUESTA (R): No voy a negar que pesa la responsabilidad, porque es un reto de una magnitud importante; se es plenamente consciente de que el paso que se da es definitivo, que incrementa la carga de trabajo y el esfuerzo que tienes que generar al colectivo, pero siempre he entendido el compromiso político como fruto de la pertenencia a un equipo y con unos objetivos. Siento que salir de la situación de confort es fruto de un proceso de responsabilidad colectiva y diálogo permanente; que tiene un rumbo claro, definido y respetado que pesa, pero que también apasiona. Hay que asentar los cimientos de lo trabajado, sin una enmienda a lo hecho, en absoluto, pero tenemos que rearmarnos a ver si podemos cambiar la deriva de esta comunidad.

P: De cero a diez: ¿cuántas dudas tuvo antes de aceptar el reto?

R: Cuando empecé el proceso, te diría que un ocho o un nueve. Cuando Mañueco presenta el borrador de presupuestos de la Junta que una vez más nos consolidaba todo y sucedió lo que sucedió en el partido, un cero.

P: El miércoles ha dicho que no había hablado con Pedro Sánchez, ¿ha hablado ya?

R: No, no he hablado. Hemos quedado para hablar, pero aún no me ha dado tiempo ni a concretar cómo lo vamos a hacer.

P: ¿Y qué le va a plantear?

R: En la línea de mi discurso del miércoles en Soria, que, por cierto, quise dar en Soria y no en Valladolid porque creo que este partido debe de asentarse en los 2.248 municipios de Castilla y León y en dar respuesta a los territorios a los que no estamos sabiendo dar respuesta de forma eficaz; hablar de educación, sanidad, protección social y competitividad territorial, de lo que llevo hablando con él mucho tiempo cuando nos encontramos en foros internacionales y algo, por cierto, que el PSOE ya está haciendo. He dicho de forma clara que no me gustan las etiquetas: ni oficialismo ni no oficialismo, que no soy pedrista ni tudanquista: soy socialista, y como tal comparto la acción de gobierno de Pedro desde el punto de vista social, económico y también desde el territorial.

P: Hablando del territorio, considera un “mantra falso” que Castilla y León sea de derechas ¿En qué ha fallado entonces la izquierda en estos 40 años?

R: Es una suma de muchas cuestiones: en estos 40 años no hemos alcanzado una proyección nacional que contrarreste esa “dormidera” en la que el PP introduce permanentemente a la sociedad de Castilla y León, en su dolce vita, tumbado en el diván para que no se le vea mucho. Aquí el PP ha achacado siempre nuestra problemática al Gobierno de España cuando gobierna el PSOE, pero además, no ha habido alternancia; no se nos ha dado una oportunidad de demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera, como se nos dio en Soria. Tenemos que ser capaces de escalar el discurso de una comunidad relevante, de conseguir protagonismo cuando no tenemos grandes broncas —que es cuando lo tenemos— para dejar de ser un faldón pequeño en la prensa; enfrentar el sueño que vende el Partido Popular de que todo va a llegar, pero que luego no llega por culpa del PSOE. Lanzar el mensaje solo a los nuestros no soluciona los problemas, solo los perpetua.

P: ¿Siente el apoyo del resto de las provincias más allá de Cendón, en León, y Puente, en Valladolid?

R: No solo lo siento, sino que al final ha sido lo que ha decantado mi decisión individual después de un proceso colectivo en el que han participado todas las provincias de esta comunidad.

P: ¿Cuál es el secreto de cuatro mayorías absolutas? ¿Se puede exportar a la comunidad autónoma?

R: Ojalá. Ojalá se pueda exportar. Yo lo único que comprometí es humildad, trabajo como seña de identidad, creérnoslo; intentar buscar desde la responsabilidad un equipo humano y un proyecto sólido compartido con cercanía y participación. Cuando empezábamos en Soria, con aplastantes mayorías del PP, le planteé a la sociedad soriana que nos diera la oportunidad de demostrar que se podían hacer las cosas de otra forma y esa oportunidad se nos dio. Supimos aprovecharla, incluso en minoría, para visibilizar que la solución de los problemas no pasa por ignorarlos.

P: ¿Me da su opinión personal sobre el éxito de Mañueco en las urnas?

R: Mañueco no gana las elecciones, las gana el Partido Popular. Las siglas del PP son las que, con un rebufo importante de la política de Madrid, le llevan a ganar. No veo en él liderazgo de ningún tipo. Es un hombre que sabe esperar, con la paciencia de la que presume y las lecturas de Santa Teresa en la mesa de trabajo. No le veo con el objetivo, las ganas ni la voluntad de resolver problemas. Demuestra su desidia cuando ni siquiera ejecuta los fondos europeos de los que dispone.

P: Y el ascenso de Vox, ¿cómo se frena?

R: Precisamente, como hablábamos antes: dándole soluciones a los territorios de forma eficaz. De que no lo estemos sabiendo hacer se están aprovechando la extrema derecha y los populismos. La sensación de abandono genera una desafección, un descrédito institucional y pérdida de confianza, que se le da a ‘otros’ porque ‘estos’ no están resolviendo tus problemas. Es una deriva internacional peligrosa que se está estudiando ya en toda Europa y que genera una involución democrática y un deterioro de las instituciones brutal; y tenemos que poner el foco ahí. Los objetivos de desarrollo de determinados territorios tienen que tener carácter prioritario en las inversiones. Necesitamos comarcalización y ciudades intermedias. Trump no gana en Nueva York, Trump gana en la América profunda. El brexit no se produce por el voto de Londres, sino por los entornos deteriorados. En Francia, el auge de la extrema derecha no tiene lugar en París, sino en los territorios abandonados; y tenemos que poner el foco ahí para proteger a la democracia. El PSOE tiene que ser el partido de los pequeños municipios. Llevo tiempo empeñándome en escalar esto para que entendamos lo que no podemos entender.

P: Si tuviera que citar a un referente político, ¿quién sería?

R: No soy yo de mitos ni ídolos. Tal vez, como cada tiempo tiene que tener su lectura, yo destacaría la categoría política de los políticos de la transición democrática, de todos los partidos, que supieron leer el momento crucial de la historia de este país, pero en el Partido Socialista, Guerra; aunque, si soy sincero, cada vez reconozco más a mucha gente anónima de pueblos pequeños, sin recursos, que siguen levantando la bandera de la igualdad de oportunidades y peleando por sus territorios, por eso me obsesiono con esa “palanca del municipalismo”; cada vez admiro más esa política que a otros muchos.

P: ¿Dónde y cómo se ve tal día como hoy en 2026?

R: ¡Buf!... Pues me veo en un lío (se ríe), pero peleando por que el PSOE gobierne la Junta de Castilla y León, pero también he dicho que no creo en los automatismos, y no creo que la Secretaría General lleve de forma automática a ser el candidato; soy muy respetuoso con los tiempos y escrupuloso con las formas, y estoy convencido de que este año, si somos capaces de la secuencia proyecto-equipo-liderazgo, tal día como hoy de 2026 estaremos mirando cara a cara al Partido Popular para ser alternativa de gobierno.

P: ¿Y si se adelantaran las elecciones? Da la sensación, tal y como lo dice, de que ser candidato a la Presidencia no es una cosa que le apasione.

R: No es una cuestión de pasión, sino de que el compromiso político pasa por escuchar a todos, y en este momento lo importante no es quién va a ser el candidato, sino el proyecto y el equipo, y a partir de ahí elijamos a quien lo tenga que encabezar. Las caras pueden variar, pero si la gente el proyecto no lo comparte, la cara va a servir de poco, y hemos tenido claros ejemplos durante estos 40 años: cuando gana Tudanca las elecciones había un proyecto y un discurso fuerte del PSOE. No es cuestión de ganas. Yo no me estoy autoexcluyendo, solo digo que no toca, que no empecemos la casa por el tejado.