En el mundo anterior a la red las tentaciones estaban muy delimitadas. “La tentación vive arriba” fue la concreción cinematográfica de Billy Wilder en 1955 con Marilyn Monroe. Hoy, en la sociedad líquida que nos toca vivir, las tentaciones son múltiples y constantes y nos llegan por todos los flancos.

Los políticos son los más expuestos a las tentaciones de la soberbia y la autocomplacencia. Tras los resultados del domingo, 28 de abril, se pueden catalogar ya algunas de las tentaciones que pueden sufrir tanto los ganadores como los perdedores.

Pedro Sánchez puede creerse que el mérito de la victoria es mayoritariamente suyo por su carisma y restarle importancia a la fortaleza de su partido con más de un siglo de historia.

Albert Rivera, que pecó de sobreactuación en los dos debates, puede magnificar su éxito y minusvalorar su retroceso en Cataluña.

Santiago Abascal, cuyo partido se jacta de su soberbio ADN, debe mirarse su exceso de optimismo que le lleva a ignorar que el 26 de mayo es la “segunda vuelta” del 28A.

Susana Díaz, que se ha quitado la espina que tenía clavada desde el dos de diciembre de 2018, debería evitar atribuirse todo el mérito de la victoria socialista en Andalucía.

Al principal perdedor, Pablo Casado, hay que recomendarle menos autosuficiencia y más autocrítica para reconocer sus responsabilidades personales en la derrota popular. Hasta el momento ha echado balones fuera con la ley electoral y la desunión de la derecha, como si la izquierda hubiera acudido como una piña.

Pablo Iglesias, que se mostró poco soberbio en los dos debates, debe evitar la impaciencia por entrar en el gobierno que ya le jugó una mala pasada en anteriores elecciones.

A Juanma Moreno, que la semana pasada afirmaba que había gobierno para rato, le conviene moderar la autocomplacencia porque las vueltas de la política son impredecibles.

Pero las tentaciones también pueden afectar a los colectivos y no sólo a las personas. El Partido Socialista puede verse tentado en Andalucía a pasarle una cierta factura a los que en su día no apoyaron a Sánchez en las primarias.

A Ciudadanos como colectivo ya se le ha subido a la cabeza la victoria y habla de liderar la oposición cuando son la segunda fuerza en la derecha.

Vox ha caído en la tentación de creerse los verdaderos españoles como sus colegas, el partido de los Verdaderos Finlandeses.