Se llama fiscalidad y va a ser sin duda la gran batalla política del otoño y muy probablemente de todo el medio año largo que resta hasta la campaña de las municipales y autonómicas de la primavera.

Es pronto para conjeturar quién ganará la partida: si la derecha con su ofensiva en favor de la bajada generalizada de impuestos, con las rentas más altas como beneficiarias más señaladas, o la izquierda, con su apuesta por incrementar la fiscalidad a las grandes fortunas pero sin un discurso claro sobre si se debe o no se debe bajar los impuestos a las rentas medias.

El referente de la relajación fiscal en el frente de las derechas había venido siendo hasta ahora la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso, pero el puesto ya se lo disputa sin complejos su homólogo andaluz. Pese a presidir una comunidad de cuya ‘balanza fiscal’, al contrario que de la madrileña, no cabe presumir precisamente, Juan Manuel Moreno se ha embarcado con determinación en la batalla de las rebajas de impuestos, cuyos defensores sostienen que así engordarán a medio plazo las arcas públicas, mientras que desde el Gobierno central tildan de “chamanes fiscales” a los promotores de las mismas.

Al presidente andaluz no le ha sentado bien que sus detractores llamen “brujería a que alguien cumpla su palabra”, en referencia a su promesa de bajar los impuestos durante la campaña electoral, si bien entonces nunca mencionó la supresión del Impuesto sobre el Patrimonio, que solo pagan los contribuyentes ricos: “El PP no lo llama brujería, lo llama democracia, pero a algunos les molesta tela que Andalucía sea líder".

En su intervención el sábado en el Foro La Toja-Vínculo Atlántico, Moreno se presentó como una víctima de “los insultos” del Gobierno de Pedro Sánchez y dijo que no podía “entender tantos palos en la rueda”. También añadió, emulando a su compañera Isabel Díaz Ayuso: “Queremos ser líderes”.

Y ayer domingo, en la clausura del congreso extraordinario del PP de Sevilla, volvió a la carga calificando de "enorme irresponsabilidad" el impuesto extraordinario a las grandes fortunas anunciado por la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y cuya entrada en vigor neutralizaría de hecho la supresión del de patrimonio aprobada por Moreno.

Por ahora, el presidente se siente cómodo en su papel de flamante líder de lo que sus críticos llaman populismo fiscal y sus seguidores coherencia ideológica. "Vamos a dar toda la batalla posible para que no ataquen nuestra autonomía fiscal", dijo Moreno ante los suyos, presumiendo además de haber logrado que “Andalucía lidere un debate nacional".

El discurso oficial de San Telmo proclama que las rebajas fiscales que ha venido aprobando Andalucía han generado nuevos contribuyentes, pero lo cierto es que eso mismo ha sucedido en el resto del país.

Es pronto para saber si bajar impuestos aumenta la recaudación de manera sostenida; la izquierda está convencida de que no es así. Mientras, desde el Partido Socialista reprochan al presidente que con una mano baje los impuestos autonomicos y con la otra reclame más dinero al Gobierno de España. Populismo y ventajismo no siempre son fáciles de diferenciar.