El presidente de la Junta de Andalucía y candidato a la reelección en los comicios del 19 de junio al frente de las listas del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, no está seguro que doblegar a Vox: no al menos hasta el punto de poder prescindir sus votos para ser de nuevo investido como inquilino del palacio de San Telmo por cuatro años más.
En su estrategia de neutralizar a Vox y recuperar una porción significativa de los votos del PP que se han ido a la formación de Santiago Abascal, Moreno dijo ayer: “Los andaluces tienen que meditar y tienen que reflexionar muy bien qué quieren. Tienen varias opciones. Dar una mayoría suficiente a un Gobierno de centro liberal como representa el PP en Andalucía, un Frankenstein siguiendo el modelo Sánchez, o propiciar que los populares tengamos que llegar a acuerdos que no deseamos porque no tenemos apoyos suficientes”.
Como viene haciendo en sus intervenciones de precampaña, Moreno no citó a Vox ni tampoco mencionó al candidato socialista, Juan Espadas, aunque sí al presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en cuyos aliados morados e independentistas el PP ha detectado un flanco propicio atacar sin riesgos y atraerse en su ofensiva a los votantes más españolistas y menos ideologizados del Partido Socialista.
En una entrevista publicada este domingo por 'El Confidencial' y recogida por Europa Press, Moreno aludió expresamente al riesgo de una repetición de las elecciones si no consigue la “mayoría suficiente” a la que aspira. “No descarto nada”, remachó.
El candidato del PP-A argumenta que, "si no hay un acuerdo por parte de las formaciones políticas, entonces al final nos podríamos ver obligados a ir a una repetición de elecciones", y matiza que "no es lo deseable, no es lo que yo quiero, no es lo razonable".
El mensaje subliminal de su argumento es una apelación al voto útil, pensando sobre todo en sembrar la duda entre los simpatizantes templados de Vox que votando al PP garantizarían la estabilidad institucional, tan estimada por la población conservadora.
El objetivo de los estrategas populares es lograr más votos que toda la izquierda junta. De esa manera, Moreno no necesitaría el voto afirmativo de Vox para ser investido presidente, sino que le bastaría con su abstención. En el PP andaluz dan, naturalmente, por hecho que Vox nunca se sumaría a la izquierda en el no de ésta a Moreno. Los ultras repiten, en cambio y no sin cierta fatuidad, que exigirán entrar en el Gobierno de la Junta si el PP necesita uno solo de sus votos.
En la entrevista del digital situado en la órbita del centro derecha, Moreno no descarta una alianza con la extrema derecha. A la pregunta de si garantiza “a sus votantes que no pactará con Vox después del 19-J”, el presidente responde con ambigüedad calculada que “el Gobierno de Andalucía será para todos los andaluces, voten lo que voten, y cumpliendo el Estatuto de Autonomía completo”. Y añade que se trata de “un compromiso absoluto y una línea roja", aunque no precisa lo suficiente como para concluir que descarta un pacto con Vox.
A lo largo de la precampaña, el PP andaluz está preocupándose en esculpir a conciencia la imagen de un Moreno “razonable, sereno y constructivo y moderado”.
Sobre la posibilidad de que Vox exigiera entrar en el Gobierno andaluz a cambio de permitir la investidura de Moreno tras las elecciones, el actual presidente de la Junta aboga primero por "esperar a ver cuál es el resultado" de los comicios, "qué es lo que quieren los andaluces", que "pueden decidir si quieren un Gobierno en solitario o si quieren un Gobierno en coalición", según abunda.
El presidente reitera que “hay una serie de cosas que vienen recogidas en nuestro Estatuto de Autonomía, y todo lo que viene recogido en los Tratados de Autonomía, como ha sido aprobado por los andaluces y es parte de la Constitución, no se va a negociar nunca mientras yo sea el candidato a la Presidencia de Andalucía”.
No se mostraba el presidente tan taxativo, sin embargo, cuando Vox exigió la implantación en las escuelas andaluzas del derecho de veto de las familias a contenidos curriculares. Quien impidió su implantación, que pese a su inconstitucionalidad Moreno veía con buenos ojos, no fue el PP sino Cs con su consejero de Educación Javier Imbroda, ya fallecido, al frente.
En enero de 2020, en plena polémica sobre el pin parental y antes de que el Gobierno andaluz descartara finalmente implantarlo, Moreno declaraba: “Andalucía quiere ser un espacio de libertad, en el más amplio sentido de la palabra. No queremos decir a la gente cómo tiene que educar a sus hijos, cómo vestir o dónde tienen que invertir los empresarios; creemos en ese modelo de libertad que caracteriza a las sociedades modernas y liberales, esa libertad que algunos quiere amenazar”.