María Jesús Montero no dejará su asiento en el Consejo de Ministros antes de tiempo. La vicepresidenta primera ha confirmado que seguirá compatibilizando sus funciones en el Gobierno de Pedro Sánchez con el liderazgo del PSOE andaluz, una “doble tarea” que convierte a la vicepresidencia en escaparate político de cara a la batalla por la Junta en 2026. Su plan es resistir en Moncloa mientras levanta la alternativa socialista en Andalucía, consciente de que su papel en el Ejecutivo le proporciona visibilidad, acceso a recursos y proyección nacional frente al poder consolidado del PP en la comunidad.
La dirigente socialista ha vuelto a insistir en que este equilibrio es una ventaja: por un lado, puede garantizar que Andalucía reciba inversiones récord y, por otro, proyectarse como la rival directa de Juanma Moreno en el plano autonómico. “Voy a seguir concentrada en esta doble tarea de acompañar a Andalucía desde el Gobierno de España y desarrollar la oposición como secretaria general del PSOE-A”, ha reiterado en sus últimos actos públicos.
Ese discurso forma parte de una estrategia cuidadosamente calculada. Montero pretende presentarse en las elecciones andaluzas con un bagaje de gestión que va más allá de los mensajes políticos: las cuentas públicas, los convenios con ayuntamientos y la financiación extra que ha reivindicado como logro del Ejecutivo central. Con ello busca contrarrestar el relato del PP andaluz, que la acusa de utilizar Andalucía como “moneda de cambio” en sus negociaciones con los socios parlamentarios de Sánchez.
El reto, sin embargo, no está exento de riesgos. La simultaneidad de agendas nacionales y autonómicas puede derivar en desgaste político y en críticas sobre una supuesta falta de dedicación exclusiva a la comunidad. En este contexto, cobra fuerza un factor añadido: no se descarta que Moreno Bonilla adelante las elecciones andaluzas. Aunque el calendario oficial apunta a junio de 2026, en el PSOE se baraja la hipótesis de que el presidente de la Junta mueva ficha antes de lo previsto, aprovechando su actual mayoría parlamentaria y buscando sorprender a la oposición.
Ese posible anticipo altera los tiempos de Montero. Su permanencia en la vicepresidencia podría ser un arma de doble filo: un escaparate que refuerce su perfil en plena campaña, pero también una carga si se produce un adelanto que la obligue a dividir energías en el momento decisivo. “Cada cosa a su tiempo”, responde ella con prudencia cuando se le pregunta por el momento de abandonar el Ejecutivo central.
Mientras tanto, la socialista despliega un discurso en dos direcciones. En clave nacional, reivindica la acción del Gobierno y la coordinación en emergencias como incendios o catástrofes naturales. En clave andaluza, acusa al PP de “inhibirse” y “echar balones fuera” para culpar al Ejecutivo de Sánchez de problemas que, recuerda, son competencia autonómica, como la sanidad, la educación o la gestión de los bomberos forestales. Con este planteamiento, Montero intenta dibujar una línea clara: ella sería la garantía de responsabilidad frente a un Moreno Bonilla al que acusa de victimismo.
“Todos a una contra el fuego”
En este sentido, este lunes, durante un acto público, Montero ha subrayado que el Gobierno central ha puesto “todos los medios disponibles” a disposición de las comunidades autónomas para combatir los incendios forestales, y lo ha hecho “desde el minuto uno”. “Protección Civil ha estado en todos los puestos de mando operativos, coordinado con las comunidades”, ha enfatizado, y ha lanzado un mensaje de unidad: “Todos a una tenemos que vencer al fuego”. Al mismo tiempo, lanzó un reproche al PP por su actitud: “echar balones fuera” e intentar culpar al Gobierno central, cuando estos desastres —ha reiterado— son competencia de las comunidades.
Para reforzar su mensaje institucional frente a la estrategia política, Montero ha defendido que el Gobierno ha incrementado en más de un 20 % las partidas destinadas a la lucha contra incendios, pese a que la prevención y extinción son responsabilidad autonómica. No obstante, sectores críticos cuestionan ese dato, señalando que la inversión real en prevención ha caído respecto a años anteriores, un contrapunto que Montero ha de gestionar desde su doble papel como ministra y candidata andaluza.
El PSOE andaluz busca cerrar filas con la vista puesta en 2026
El PSOE andaluz, bajo su batuta, se declara ya preparado para el reto. “Estamos con mucha ilusión, con muchas ganas de conquistar la confianza ciudadana y desarrollar todo el potencial que tiene esta comunidad”, ha dicho la propia Montero en varios encuentros. Para ello ha situado a cargos de confianza en puestos clave, buscando cohesionar al partido tras años de crisis internas y desgastes electorales.
En paralelo, mantiene su papel como ministra de Hacienda, desde donde asegura haber logrado que Andalucía reciba más recursos que con los gobiernos del PP. Su mensaje combina gestión y crítica política: frente a la “queja permanente” de la Junta, ella pone sobre la mesa cifras y proyectos financiados con fondos europeos y estatales. El horizonte electoral se presenta, así, abierto. Si Moreno Bonilla agota la legislatura, Montero dispondrá de tiempo para afianzar su relato y presentarse como la candidata de la experiencia y la gestión. Si por el contrario el presidente andaluz decide adelantar los comicios, la vicepresidenta tendrá que acelerar los plazos, jugando con la ventaja de su presencia en Madrid pero también con la presión de responder a dos frentes a la vez.