Los nuevos aires del PSOE que vienen especialmente de Andalucía y de Extremadura quieren quitarse de encima a los socialistas catalanes a cualquier precio.

Simplemente molestan.

Desde que el PSOE fue legalizado tras la muerte del dictador Franco, siempre han corrido aires de crítica, rechazo y aversión a los catalanes socialistas.

La unión del PSOE puro y duro que iba de la mano de UGT decidió democráticamente fusionarse con el Partit Socialista de Catalunya cuyos militantes venían de un ámbito más intelectual, más catalanista y algunos de ellos hijos de lo que se denominaba “buenas familias” catalanas.

La unión no fue fácil. Hubo sus tensiones, roces, suspicacias, pero el empeño de sus dirigentes de mantener la unidad, triunfó. La situación actual es muy diferente.

El PSC se ha tenido que enfrentar a retos muy duros que ha hecho que algunos de sus militantes tambaleasen intelectualmente: la demanda de independencia, la radicalización de ciertos sectores, la aparición de grupos nuevos, el hundimiento sindical… todos estos ingredientes metidos en una coctelera han llevado al PSC a una crisis que ha llevado al partido a quedarse muy por debajo de sus posibilidades.

Una situación muy delicada y compleja que como siempre no ha sido entendida ni comprendida por el resto de España, especialmente por el sur  y por los políticos madrileños que socialistas o no viven en su burbuja inalcanzable.

En estos momentos el PSC vive un camino del desierto que durará hasta que la situación política se vaya calmando o definiendo, pero ser socialdemócrata en Catalunya tiene futuro y hoy por hoy no hay ningún otro partido en Catalunya que ofrezca esa definición ideológica.

Eso lo deberían entender esas personas del PSOE que hablan de cambiar la relación entre el PSC y el PSOE, en distanciarse, en tener relaciones simétricas o asimétricas. Simplemente lo que quieren es marginarlo porque no les resulta un hermano cómodo.

Para los socialistas del SUR, de Extremadura y de Madrid el PSOE tiene que ser uno, grande y libre, como gritaba el dictador y resulta que la vida no es así.

La realidad es que vivimos en una sociedad muy plural, multilingüe, con culturas diferentes y con muchísimos matices. Y para ello hay que ser de mente abierta, tener cintura política, respeto al diferente y capacidad intelectual de comprensión.