El mes de agosto está resultando especialmente complicado para Francisco de la Torre. El alcalde de Málaga, con más de un cuarto de siglo al frente del Ayuntamiento y más de tres décadas en la vida política, vivió este fin de semana una de las escenas más incómodas de su larga carrera. La afición del Málaga CF le dedicó una sonora pitada y gritos de “¡Fuera, fuera!” durante la entrega del Trofeo Costa del Sol en el estadio de La Rosaleda.
El incidente se produjo al finalizar el encuentro entre el Málaga CF y el Real Betis, en el que los blanquiazules se impusieron por 3-1. Como es tradición, el regidor bajó al césped para entregar la copa a los capitanes malaguistas, pero esta vez no recibió aplausos, sino un abrumador abucheo que resonó en las gradas.
El enfado de la afición tiene un claro origen como es el fiasco de la candidatura de Málaga como sede del Mundial 2030. Muchos malagueños culpan directamente a la falta de impulso político para reformar La Rosaleda a tiempo, lo que terminó dejando a la ciudad fuera del evento. La renuncia a la remodelación del estadio y a la organización de partidos mundialistas sigue fresca en la memoria de los seguidores.
Abrumador abucheo
La tensión para De la Torre no es nueva este mes. Hace apenas unos días, en el último pleno municipal, se le vio visiblemente nervioso y señalando a la policía a personas que consideraba debían ser desalojadas del salón de plenos. Ahora, la presión llega desde el graderío.
En contraste, la ovación de la noche fue para los voluntarios de Cruz Roja, que intervinieron con rapidez al inicio del partido para salvar la vida de un aficionado, y para los jugadores del Málaga CF, cuya victoria ante un rival de Primera División encendió el orgullo local.
Queda claro que la herida por el Mundial 2030 no cicatrizará fácilmente en Málaga, pero a esta polémica se pueden añadir más- Cuando uno se eterniza en la política, acaba perdiendo el sentido de la realidad y se vive en falso submundo, alejado de lo que ocurre. Puede que eso le esté sucediendo a De la Torre y esté viviendo su epílogo político.
La renuncia de Málaga a convertirse en una de las sedes del Mundial de Fútbol 2030, ha sido el detonante, pero la serie de fracasos municipales no ha parado.
Este hecho ha caído como una bomba en la ciudad. La noticia ha generado una mezcla de estupor, rabia y tristeza entre la ciudadanía y los sectores políticos, mientras arrecian las críticas contra el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía. Desde distintos niveles —provincial, nacional e internacional— se observa con asombro cómo una ciudad que presume de modernidad, competitividad y buenas infraestructuras se apea de un evento global de enorme proyección.
Málaga suma así un fracaso más en su historial de promesas rotas y grandes proyectos frustrados. Esta nueva decepción se suma a una lista creciente de proyectos ambiciosos anunciados a bombo y platillo pero nunca materializados. Entre ellos figuran el fallido Auditorio, el Bosque Urbano, la polémica torre del Puerto, las torres de Repsol, el Plan Litoral, la frustrada Capitalidad Cultural Europea y la derrota en la carrera por la Expo Internacional de 2027. Málaga parece acumular fiascos cuando se trata de alcanzar metas internacionales o culminar grandes hitos urbanísticos.