A Griñán se le presenta ahora como una alternativa al problema que tiene el PSOE. Es cierto lo que dice el secretario general de los socialistas andaluces: Andalucía tiene la capacidad de liderar el futuro de la formación política. Primero, los números cantan y es aquí donde aún permanece en pie (apoyado en una muleta, IU, cuyo dilema era o apoyar al PSOE o pasaba el PP). Segundo, hay políticas loables.

Sin embargo, no podemos andar en la autocomplacencia de las buenas historias, cuando en el jardín hay mala hierba por doquier. El PSOE tiene un problema, empezando porque dentro de sí hay quien no quiere ver que los árboles del bosque están siendo talados y este partido va hacia el descalabro. También los números cantan en este sentido. Por lo menos, hay quien al menos reflexiona sobre cómo es posible que el descontento social hacia el PP y sus brutales y obscenas políticas (¿qué esperaba de la derecha el personal?) no lo canalice el PSOE para sí. Hay quien se pregunta esto, cuestión que a su vez me lleva a preguntarme: ¿y usted se lo pregunta? Solo hay que echar un vistazo a sus políticas suicidas, prácticamente de traición a los ideales que dan nombre a este partido político.

Muchos ingenuamente creen que es una cuestión de liderazgo, como si esto de la política (y más en un partido de izquierdas) fuera un concurso de popularidad. Si es cierto que el asunto tiene bastante de mediático, de imagen, de parafernalia al estilo yanqui, pero esto no son los Estados Unidos, donde prácticamente solo tenemos dos partidos: uno de centro-derecha u otro de derechas totalmente. Esto es Europa, no los Estados Unidos. Aquí vale algo más que campañas multimillonarias, focos, lenguaje no verbal y palabras medidas al milímetro. El PSOE tiene que volver a su ombligo, sus siglas, lo obrero y socialista. No puede ser que con la razón de que hay que gobernar para todos, incluido los ricos, ser un partido de lo que han llamado con sentido de Estado, se olvide al pueblo. Y en cierto modo, el PSOE ha llegado a olvidar a su gente, sobre todo cuando ha tenido la capacidad de protegerla frente a los buitres y no ha sido lo suficientemente contundente para ello.

Si el PSOE quiere salvarse tiene que dejar de actuar del modo en que ha venido haciéndolo: primero, dejando de decirse a sí mismo que es muy democrático y luego acallando voces que discrepan con quien tiene la rosa cogida con su puño, voces que, muchas de ellas, no tienen la intención de dañar, sino de construir. Un proyecto socialista se construye entre todos y no sólo con los que forman parte de ese partido. Segundo, el PSOE tiene que conectar con la gente. El principal problema para que el pueblo esté pasando de ellos tres kilos es la falta de conexión entre políticos de este partido y la gran masa social. ¿Cómo se va a sentir como un igual una familia que apenas superan los 15.000 euros anuales con gente que está por encima de 40.000, 50.000 o 60.000 solo por ser concejales, parlamentarios, diputados...? Al hilo de esto, el otro día me decía alguien: “Es que tenemos un gran responsabilidad”. También hay a quienes les he escuchado decir que “es un trabajo temporal, pues sólo dura cuatro años, y luego si no nos eligen nos quedamos en paro”. Eso para justificar los altos sueldos. ¿Y se preguntan por qué la gente no está conectada con ellos?

Es una pena porque esos que tienen ese concepto de los sueldos en política son buenos políticos luego y con ideales socialistas verdaderos, excepto en el tema de los sueldos, es decir, del dinero. Porque al final es todo cuestión de dinero: los ciudadanos ven cómo se trata de una clase social (aunque ellos no quieran admitirlo) que no son como ellos: ¿tiene el pueblo el patrimonio, por ejemplo, de Rubalcaba? No digo que por tener más de dos millones de euros de patrimonio ya no se pueda ejercer de socialista. No es eso. El problema no es de patrimonio. De hecho, no se puede hablar de problema, sino de problemas. Pero centrándonos en uno, el sueldo me resulta acuciante. En mi opinión, si el PSOE que tiene capacidad de liderar el proyecto federal (el liderazgo le corresponde a los andaluces) acomete reformas respecto de acciones de gobierno en la Junta de Andalucía, su credibilidad y su conexión con el público se vendrá arriba. Gestos como bajarse los sueldos hasta equipararlos con la media nacional (y por ahí hemos leído los 22.000 euros al año, según el INE, por encima de la mayoría de los trabajadores que conozco) podría entonces llevar a entender a la gente por qué se prescinden de empleados públicos o vinculados al sector públicos a través de terceros o en situación de interinidad, así como por qué a estos se les baja el sueldo bajando su situación de mileurista a menos que lo que se suponía era nada (no olvidemos que durante los años precedentes se venía diciendo que un mileurista es casi un explotado).

Si el discurso del PSOE va a recorrer la senda de que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, mal. Porque entonces puestos a andar por ahí tendremos que especificar quién o quiénes han vivido por encima de las posibilidades de todos: ¿un mileurista? No; ¿los trabajadores en general? No. Cuidado, pues, con seguir la estela de los discursos podridos y envenenados de la derecha política (PP), social (los fachas) y mediática (su prensa) de este país. El PSOE no es como ellos y lo que enfada es que a veces se hayan comportado como ellos, incluso en su lenguaje (eso de “tenemos que ganar mucho más que los trabajadores porque tenemos una gran responsabilidad” es espeluznante en boca de un socialista; póngalo en boca de uno del PP, parece hasta normal dentro de su lógica discursiva, ¿no?).

No es cuestión ni de liderazgo ni de cambiar a las personas: los que están son socialistas, pero también los que no están en el candelero. Todos tienen que formar parte del proyecto. Y si en esa construcción alguien quiere ganarse la vida con eso se habrá equivocado de sector (la política no puede servir para ganar dinero ni hacer carrera personal) y estará indicando entonces que no entiende ni el sentido de las siglas ni el espíritu socialistas en el siglo XXI en Europa occidental.

Indigna más que un socialista traicione sus ideales (prevaricar, enriquecerse con medios públicos, que ganen sueldos que ninguno de nosotros ganaremos trabajando dignamente, etc.) que el PP oprima al pueblo y haya Gürteles, pues de los primeros no se puede esperar tal comportamiento y de los segundos... ¿qué decir? Otro día le daremos lo suyo.

 

*Ígor R. Iglesias es lingüista y humanista