El independentismo catalán es un jugador de ajedrez que, incapaz de dar jaque mate, decide derribar las piezas del tablero. La frustración del soberanismo proviene de la comprometida suposición, temerariamente publicitada como certeza, de que dar jaque era lo mismo que dar jaque mate.

El juego

Pero no todo el independentismo es de la misma opinión: mientras la CUP se inclina por arrasar el tablero y Puigdemont insiste en que el único rey legítimo es él, en ERC y el PdCAT hay división de opiniones: unos proponen que sus peones valgan el doble que los del adversario y otros se inclinan por seguir estudiando para mejorar su juego y alcanzar algún día el ansiado jaque mate.

Como sus reiterados jaques han conseguido acorralar al rey Estado pero no derribarlo, el resentimiento se extiende entre el independentismo más sentimental. Jugadores pardillos que se creyeron más hábiles de lo que en verdad eran, pensaban que esta iba a ser una partida corta en la que fulminarían a su enemigo con un mate pastor, pero los hechos han demostrado que el lance va para largo.

El jugador

Pretendiente al trono desbordado por la historia, Puigdemont no quiere saber nada de las reglas de juego: piensa que están amañadas, pues de no estarlo a él ya le habrían sido restituidos sus indiscutibles derechos dinásticos.

Para salvar su comprometida situación, ha decidido que, digan lo que digan árbitros y jueces, un peón puede atacar como un alfil y un caballo defender como una torre. Imposible disputar una partida con un jugador así.

El chiste

Mientras tanto, la situación creada por el expresident es de chiste. En concreto, de chiste de Gila. Los suyos, con pies de plomo, actúan con él como aquel detective de Gila cuya táctica para conseguir que Jack el destripador se derrumbara era lanzarle indirectas cuando ambos coincidían en el ascensor: “Alguien ha matado a alguieeeen…, alguien es un asesinoooo…”.

En los encuentros que están teniendo en Bélgica, el mensaje que le transmiten es ese mismo: “Alguien no puede ser presideeeeeent…’, alguien tiene secuestrado el procééééés…”. ¿Se derrumbará finalmente el vampiro de Waterloo? ¿Confesará públicamente el destripador del bloque independentista en otro tiempo unitario que todo ha terminado?

Y una pregunta última, visto el disparatado desarrollo de la partida y los necios cálculos sobre cuál sería la reacción del adversario ante los astutos movimientos propios: ¿de verdad estos tipos sabían jugar al ajedrez?