1. Moreno: el nadador que siempre guarda la ropa

Un Mesías llamado Juanma: dadme vuestros votos y haré de Andalucía la Baviera del sur. Moreno ha obrado el milagro perseguido en vano por Javier Arenas: ser visto por los andaluces como uno de los suyos, aunque su Gobierno haya hecho un cierto trabajo de zapa en la sanidad y la educación públicas, abriendo en ellas una gatera por la que sigilosamente está entrando El Gran Dinero. El presidente es especialista en gateras. Ha habilitado una para sí mismo por si la cosa se pone fea: bracea con estilo en las aguas de la moderación, pero no no ha olvidado dejar a Vox al cuidado de su ropa.

2. Olona: Alien Predator en la nave Andalucía

Lo de Alien, es obviamente, una metáfora, pero conviene aclararlo porque los ultras suelen ser algo picajosos en cuestiones de estilo. Macarena Olona no pretende destruir Andalucía, y menos aún sus toros, sus procesiones y sus faralaes; ella solo quiere acabar con las instituciones de autogobierno con las que la comunidad alcanzó la mayoría de edad política que siempre le fue negada. Si Andalucía es la nave y Olona es el Alien que logra alcanzar la cápsula blindada de San Telmo, la autodestrucción del hermoso bajel interestelar será una simple cuestión de tiempo.

3. Espadas: un hombre tranquilo en tiempos convulsos

Si la suerte consiste en estar en el sitio adecuado justo en el momento adecuado, la de Juan Espadas es una suerte adversa: hacerse cargo del Partido Socialista de Andalucía pudo parecer una buena idea cuando Ferraz lo alentó a disputar las primarias contra Susana Díaz, pero apenas hay indicios de que la votación de este domingo confirme tales propósitos. Espadas es un capitán tranquilo al que los armadores de la nave socialista le han encargado llevarla a buen puerto en medio de la galerna más pavorosa que viera nunca su tripulación. Espadas no lucha contra Moreno, lucha contra los elementos. 

4. Marín: durmiendo con su enemigo 

Consejero de todo y vicepresidente de nada, el líder de Cs debería estar arrepentido de haberse pasado casi cuatro años durmiendo con su enemigo, pero nada indica que lo esté. Lo del abrazo del oso le parece un cuento. ¿Qué abrazo? ¿Qué oso? Anda convencido de que su gestión es el espejo donde debería mirarse no ya España sino Europa entera, pero piensa que no ha sabido trasladarlo a los ciudadanos. Trabajamos bien pero comunicamos mal: un clásico. En su honor hay que decir, en todo caso, que las encuestas no han erosionado su milagrosa presencia de ánimo, propia por cierto de quienes aman la política más que nada en el mundo. 

5. Nieto: guante de seda, puño de acero

La hicieron cabeza de lista a última hora. Demasiado a última hora. La nombraron capitana cuando ya el partido estaba casi en el tiempo de descuento, pues la campaña electoral es la prórroga de la legislatura, los minutos en que se decide todo. Por Andalucía ha llegado exhausta a este tramo final del encuentro, aunque Nieto ha desempeñado la portavocía de su grupo parlamentario con guante de seda y puño de acero. Sus directos no siempre alcanzaban en el rostro de su adversario, pero nunca violó el reglamento: no golpeó la nuca de Moreno, no lo atacó por la la espada, no rehuyó el combate cara a cara aunque pudieran partírsela.

6. Rodríguez: el nacionalismo guay

En solo unos años, la candidata de Adelante Andalucía ha transitado del trotskismo al soberanismo, del anticapitalismo al andalucismo. Con la bandera del anticapitalismo no se llega hoy a nunca parte, con la del andalucismo tal vez, aunque muchos antes que ella hayan fracasado. Rodríguez no ve rasgos egoístas en el nacionalismo del sur: el suyo lucha por Andalucía sin por ello descuidar a España ni a la Humanidad. Lo malo del andalucismo es que nunca ha cotizado al alza en el parqué electoral, quizá por la contradicción congénita que arrastra desde su fundación: o luchas por Andalucía o luchas por la Humanidad; o vamos a setas o vamos a Rolex.