El PSOE andaluz como tal no registra tensiones significativas ni el liderazgo de Juan Espadas presenta fisuras, pero no sucede lo mismo en las provincias, donde el secretario general y su equipo tendrán que emplearse a fondo de cara a los congresos provinciales para conseguir que haya listas de consenso que eviten las primarias, tan elogiadas por los socialistas de puertas afuera como temidas de puertas adentro.

Salvo en Almería y Granada, en el resto de provincias hay movimientos internos que, sin llegar a inquietar a la dirección regional, revelan que el liderazgo de Espadas todavía no está lo bastante asentado ni es lo bastante contundente como para neutralizar tales operaciones con la mera mención de su autoridad orgánica.

En la agrupación provincial del partido en Sevilla –que al hecho de ser la más numerosa suma un cierto ‘efecto capitalidad’ que magnifica todo lo que en ella sucede– se perfilan dos candidatos dispuestos a medir fuerzas en primarias: Antonio Conde, alcalde de Mairena del Aljarafe y portavoz socialista en la Diputación, y Javier Fernández de los Ríos, alcalde de La Rinconada.

Vidas paralelas

Los dos nacieron en la primera mitad de los setenta, comparten una larga y exitosa experiencia municipal, rigen los destinos de dos poblaciones del área metropolitana de tamaño medio (en torno a los 40.000 habitantes) y ambos han visto al fin llegada la ocasión de hacer efectiva la gran apuesta que llevaban largo tiempo meditando.

Ni Conde ni Fernández han hecho públicas sus candidaturas, cuya formalización está reglada en el calendario congresual: tras el Congreso Regional que se celebrará el 6 y 7 de noviembre en Torremolinos, se abrirá el plazo para presentar precandidaturas a las primarias en el caso de que no haya una única lista. La votación tendría lugar el 21 de noviembre en primera vuelta y el 28 en segunda si ninguno de los dos candidatos hubiera obtenido más del 50 por ciento de los votos.

En principio, el alcalde de La Rinconada es el que parece contar con un respaldo más decidido por parte de Juan Espadas. Decidido pero discreto, pues no en vano sabe bien, como sabe hoy cualquier líder socialista, que el voto secreto de las primarias es un arma cargada por el diablo.

Fernández contaría, en todo caso, con apoyos propios, del mismo modo que cuenta con ellos Antonio Conde, cuya adscripción a las filas del susanismo, que finalmente abandonaría, unida a su cargo de portavoz de la Diputación le han dado una proyección orgánica significativa. 

La secretaria general del PSOE de Sevilla es todavía Verónica Pérez, pero no es probable que pugne por un nuevo mandato. Muy cercana Susana Díaz, el destino de Pérez está ligado a la fortuna hoy adversa de la expresidenta autonómica.

Liderazgo y presupuestos

Ciertamente, la pasta orgánica con que está amasado el liderazgo de Espadas es muy distinta a la de Díaz. El mandato de ésta recibió un primer y decisivo empuje cuando José Antonio Griñán le cedió la vara de mando, pero luego ella se ganó a pulso los apoyos mayoritarios que la sostuvieron durante años. Espadas está ahora en esa ardua tarea, nada fácil de compaginar, por cierto, con el desempeño del cargo de alcalde de Sevilla.

Por ahora, en las pugnas locales el secretario general ha optado por ponerse más bien de perfil. A fin de cuentas, todavía está aterrizando como líder y seguramente en consciente de que las pistas provinciales donde debe hacerlo suelen ser traicioneras: a veces ocultan pequeños hoyos y salientes minúsculos que no son visibles desde el aire pero que pueden ser letales para el piloto cuando se decide a tomar tierra.

Pieza clave en una pugna entre los alcaldes Conde y Fernández va a ser el presidente de la Diputación y del PSOE de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, un nombre histórico muy respetado en el partido y que apura su último mandato al frente de la corporación provincial. Villalobos, que siempre estuvo alineado con la ex secretaria general Susana Díaz, no se ha pronunciado.

La fecha de caducidad del cargo de Villalobos es la primavera de 2023, fecha de las elecciones municipales, pero podría concluir bastante antes cediendo la vara de mando al futuro secretario general del partido en Sevilla. En las estructuras provinciales de mando del Partido Socialista, la Diputación no es exactamente la joya de la corona, pero sí lo que otorga operatividad y esplendor al cetro de la Secretaría General, dándole la base institucional y el sustento presupuestario precisos para hacer partido, sumar voluntades y limar recelos y asperezas.

De hecho, en los maliciosos cenáculos del socialismo sevillano se relata con fruición que, con ocasión de las cruciales primarias de julio pasado en las que Díaz fue derrotada, en su ofensiva para la captación de apoyos orgánicos en favor de Espadas los lugartenientes del sanchismo llegaron a ofrecer la Presidencia de la Diputación de Sevilla hasta a cuatro alcaldes: Francisco José Toajas, de Las Cabezas, Ana Isabel Jiménez, de Alcalá de Guadaíra, –ambos vicepresidentes de la corporación–, Antonio Conde y Javier Fernández. El hecho, por cierto, no es nuevo en los partidos políticos, donde suele ser costumbre que cuando corren tiempos de tribulación el que no corra, vuele.