Se les llama ya nativos digitales, porque han nacido en un mundo de tecnologías inexistentes en la época de sus padres. Apenas logran ponerse en pie, pero conocen bien el gesto que hay que hacer sobre una pantalla táctil.

Internet es parte ya de la vida cotidiana de los niños, que, con frecuencia, se conectan para ver contenidos a los que antes sólo podían acceder a través de la televisión.

Sin embargo, esto conlleva un riesgo. La última alerta en este sentido la ha lanzado la cadena inglesa BBC, que ha detectado en YouTube numerosas versiones pornográficas de Peppa Pig.

Sexo, drogas y violencia

La voz de alarma la dio la periodista Laura June que detectó, cuando su hija de 3 años estaba visualizando un vídeo de la famosa cerdita, que algo no era normal. “Peppa gritaba y lloraba mucho y el dentista era un poco sádico”.

A raíz de ahí, la BBC fue destapando decenas de versiones alteradas no sólo de estos dibujos, sino de muchos otros como Frozen o Los Minions .El contenido no siempre es de carácter sexual. Las historias a veces se cambian por otras relacionadas con drogas o violencia, temáticas que han de quedar fuera del alcance de los más pequeños.

No obstante, también hay versiones mucho más inocentes, generalmente de carácter cómico, que no suponen un peligro para los niños.

Supervisión y control

Evitar que nuestros hijos se topen con vídeos de estas características, pasa por la supervisión de los contenidos a los que acceden los pequeños.

Se recomienda utilizar la app de YouTube Kids, que filtra la mayoría de los vídeos, aunque no todos, pues la similitud con los dibujos originales hace que a veces no se censuren.

Del mismo modo, la plataforma, que asegura revisar de forma permanente sus contenidos, recuerda que se puede activar el modo restringido que se encuentra en la parte inferior de las páginas.

Las herramientas de control parental son otras de las grandes aliadas para proteger a los más pequeños.