En la fallida investidura de este jueves, seguro que hubo un diputado del PP que salió especialmente satisfecho pese a que su jefe, como estaba previsto, perdió la votación. Nos referimos a Rafael Hernando, portavoz del grupo. Porque salió entre el jolgorio de sus compañeros después de que gracias a sus gestos, insultos e insinuaciones, sin demostrar, por cierto, logró que todo un grupo de la Cámara se levantara y se fuera. Escándalo. Su terreno. Donde Hernando es Hernando.

A lo largo de sus años en política ha dejado todo un rastro de navajeo a su paso. Cuando ayer provocó a la bancada de Podemos acusándoles de “usar el nombre de España para ponerse a la venta de dictadores”, por ejemplo, lo hizo con la naturalidad que le dan años de entrenamiento. E incluso con el mismo desparpajo concretó la cifra de la supuesta ‘venta’ –“cuatro millones de dólares” le respondió a Ana Pastor cuando le preguntó si retiraba sus palabras y no le importó que los jueces hubieran negado lo que él daba con esa certeza-.

Rafael Hernando está a gusto en el barro. Y si no lo hay, ya él se ha encargado a lo largo de la historia de traer el material necesario para formar el barrizal. Es un ejemplar más de una estirpe que en su partido cultivan y de la que la anterior versión fue Vicente Martínez Pujalte. La diferencia es que Hernando es igual de machote, pero aún con menos gracia.

Quizás la más sonada de sus salidas de tono en los últimos tiempos fuera el desbarre que le llevó a decir en 13TV que “algunos se han acordado de su padre, parece ser, cuando había subvenciones para encontrarle”. Un calentón del que intentó recular a la manera de este tipo de personaje, cuando se encontró ante el anuncio de la querella de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica que aceptaría el Supremo.

“¿Por qué me voy a arrepentir yo? ¿Pero por qué voy a pedir perdón?” se estuvo preguntando retóricamente durante semanas tras la polvareda que levantó su exabrupto. “¿A quién.., a quien se sienta ofendido por unas declaraciones que yo no he hecho?”, cambió el tono después antes de acabar de disculparse a su manera: “Pues mire usted, si alguien se siente ofendido por unas declaraciones que yo no he hecho, pues allá él. Sencillamente… No tengo más que decir. Es absurdo”.

Pero antes ya había navajeado Hernando en el mismo Congreso. Es famosa, entre los diputados ya más veteranos, su ataque de furia al grito tópico de “Eso no me lo dices a la cara” con el que se fue a por Rubalcaba en los pasillos de la Cámara. El pecado del entonces portavoz socialista fue cruzarse con él y otro grupo de los duros de lengua del PP (Martínez Pujalte, Zaplana y Acebes) a los que se le ocurrió decirles que habían mentido en su intervención. Acebes y Zaplana, más la entonces diputada socialista Carmen Chacón, evitaron que el bravucón lanzara el puño que ya preparaba como demuestra una foto del momento.

 

Pero el mismo tono faltón ha utilizado para hablar de los republicanos (“La República llevó a un millón de muertos” dijo, antes de desbarrar contra la bandera tricolor), de los jueces (a Santiago Pedraz llamó ‘pijo ácrata’ porque archivó los procedimientos contra los organizadores de una de las marchas ‘rodea el Congreso’), de los afectados por las hipotecas (a los que acusó de “alentar a una izquierda radical que favorece e impulsa la violencia”)…

En el colmo, de los padres. En concreto de los más pobres. Para él, ‘pijo rico’ de Guadalajara, hijo de un médico que fue candidato derrotado en las listas de Alianza Popular, los culpables de los casos de malnutrición que se dieron en el peor momento de la crisis en España eran “responsabilidad que corresponde a los padres”, pensamiento que culminó con la conclusión política de que “resulta repugnante que se utilice a los niños para hacer demagogia política”.

Lo curioso es que Rafael Hernando al tiempo, y siendo diputado, era el tipo de padre que no tuvo reparos en pedir (y las obtuvo) becas para pagar los libros escolares de sus hijos.  Mientras, está en el top de perceptores de sobresueldos del PP. Es más, como les contábamos hace poco más de un mes, a sus 102.000 euros de sueldo y pluses anuales como portavoz del Grupo Parlamentario Popular, el personajes recibía 41.599 euros extra al año (el sobre de su partido).