[[{"type":"media","view_mode":"media_large","fid":"22507","attributes":{"class":"media-image size-full wp-image-290443","typeof":"foaf:Image","style":"","width":"645","height":"320","alt":"El presidente de la Generalitat, Artur Mas y su conseller de Econom\u00eda, Andreu Mas- Colell. EFE\/Archivo"}}]] El presidente en funciones de la Generalitat, Artur Mas y su conseller de Economía, Andreu Mas- Colell. EFE/Archivo



Sin apoyos para su investidura, cuestionado por sus propios Consellers, cercado por la corrupción de su partido, a Artur Mas le hace aguas su proyecto político. O se quita de en medio, o tendrá que convocar elecciones. ¿Qué hará?

“¿Qué es ésta basura?”
El motín a bordo de Convergencia está servido. Los miembros más leales a Artur Mas le cuestionan. Andreu Mas Colell, conseller de economía, Jordi Jané, conseller de interior, incluso sus fidelísimos Felip Puig, conseller de empresa y hombre de confianza de Jordi Pujol, o Irene Rigau, consellera de educación, han criticado a Mas y a la declaración que pactó con las CUP.

En plena reunión del ejecutivo catalán, según se comenta, Mas Colell exclamó que qué era aquella basura. “Todo tiene un límite y el de cualquier persona responsable en política es éste”, añadió ante un Mas que ve como todo se deshace a su alrededor. Jordi Jané también se apuntó a la caja de los truenos, llegando a decir que aquello era impotable, un desacato al orden legal y que si no se podía lograr la investidura con Mas, había que explorar otras posibilidades.

Convergencia está dolida de las conversaciones que, a sus espaldas, ha mantenido Mas con las CUP, tuteladas por la diputada de Esquerra Marta Rovira y el diputado de Junts pel Sí, Raül Romeva. El president en funciones quiere salir investido por dos razones. La primera es por una cuestión de ego, la segunda es porque si no logra revalidar su presidencia, debería dimitir. Un Mas dimitido no estaría aforado y, con los vientos que soplan acerca de los presuntos escándalos de corrupción en su partido, ésa es una posibilidad en la que no quiere ni pensar. El mismo Pujol, en una de ésas conversaciones que mantiene con Mas – se ven al menos una vez por semana – le habría dicho muy claramente que no deje de estar aforado. “Irán a por ti cuando seas un particular normal y corriente”. Él lo sabe muy bien.

Y es que el president en funciones empieza a tener mucho miedo. Incapaz de solucionar el callejón sin salida en el que se ha metido él y, de paso, nos ha metido a todos, es rehén de Esquerra y de las CUP, dos partidos que poco o nada tienen que ver con el liberalismo económico convergente de toda la vida. Atado a ellos y un proceso que Mas nunca se creyó, ahora es incapaz de hacer nada que no sea una inútil resistencia numantina, esperando a que amaine.

Pero en los próximos días podría de suceder algo que lo cambie todo.

La conjura
Algunos consellers de Mas, junto a ciertas personalidades de peso en CDC, habrían decidido, según se comenta en círculos muy reservados de la política catalana, dar un paso al frente. Ante la posibilidad de tener que tragar con el programa marxista radical de las CUP, que ya han dicho que no votarán a Mas por activa o por pasiva, estarían perfilando a espaldas de éste un acuerdo que permita hallar la solución que todos desean.

CDC sabe que está tocada de muerte por los escándalos de corrupción. No hay día en el que no aparezcan nuevos datos acerca de la fortuna de los Pujol. Plantear unas nuevas elecciones, el arma con el que Mas amenaza, es imposible. Convergencia desaparecería.

Los hipotéticos conjurados tendrían claro que un candidato con un perfil libre de sospechas de corrupción, puede entenderse con muchas más fuerzas que las CUP. Desde el PSC a Ciudadanos, siempre que se abandone la hoja de ruta secesionista, centrando la acción de gobierno en aspectos que pasen por la reforma constitucional y el acento social. Con solo eso, la situación se desblocaría.

Los rumores apuntan a que los primeros contactos mantenidos entre ése grupo de consellers y el resto de fuerzas que integran el arco parlamentario catalán así lo demuestran. Nada de declaraciones incendiarias, moderar a los exaltados, hacer unos presupuestos más sociales y afrontar urgencias como, por ejemplo, los cuatrocientos millones que debe la Generalitat a las farmacias o intentar pactar con el estado la deuda astronómica que tiene la administración catalana, achacable a la pésima gestión de Mas.

¿Quién sería ése candidato? Neus Munté es la persona que tiene más números, según aseguran fuentes cercanas al grupo de consellers. Munté tiene una buena sintonía con el PSC, con Esquerra y podría llegar incluso a un acuerdo con Catalunya Sí que es Pot. No es baladí que cinco diputados de ésta candidatura hayan dado su apoyo a Carme Forcadell como presidenta de la cámara.

Con éstos mimbres, la política catalana daría un cambio total, abriéndose al catalanismo de corte más tradicional, el mismo que Miquel Iceta defendía hace muy poco. Un escenario en el que Mas no tendría sitio.

Si el rey Midas convertía en oro todo lo que tocaba, Mas convierte todo aquello que toca en deshecho de tienta. ¿Es éste el fin de su carrera política? Los próximos días se verá.

Miquel Giménez es periodista y escritor. Ha trabajado como guionista en la radio con Luis del Olmo, Julia Otero y Xavier Sardà