El exvicepresidente del Gobierno Rodrigo Rato ha llegado a primera hora de la mañana a los Juzgados de Plaza de Castilla de Madrid, donde el juez Antonio Serrano-Arnal le ha citado para interrogarle como imputado por fraude fiscal, blanqueo de capitales y corrupción entre particulares. De esta manera ha evitado tener que enfrentarse a los numerosos periodistas que aguardaban su comparecencia. Tampoco ha tenido que enfrentarse a una veintena de preferentistas que han estado coreando gritos de "Rato, ratero, igual que tu padre, igual que tu abuelo". En las pancartas que llevaban se podía leer "Blesa y Rato a prisión" o "Han saqueado este país".

Rato se acogió a su derecho a no declarar en su primera declaración ante el juez porque decía desconocer muchas de las acusaciones que han vertido sobre él la Oficina Antifraude (Onif) y la Fiscalía. Desde entonces, no solo se han conocido las nuevas sospechas de la Onif de que pudo lavar dinero en el exterior, sino que el caso ha salpicado a otras ocho personas, entre ellas gente de su máxima confianza como su secretaria personal, Teresa Arellano, y su gerente y presunto testaferro, Miguel Ángel Montero. Ambos, imputados por los mismos delitos que Rato, ya declararon el pasado viernes después de haber sido detenidos por la Guardia Civil, que practicó además registros en sus domicilios para recabar documentación.

El propio Rato también fue interrogado el jueves en la Comandancia de la Guardia Civil, el mismo día en el que se supo que otro de sus supuestos testaferros, el administrador de Albisa Inversiones, Alberto Portuondo, asegurara al juez que pagó 40.000 euros mensuales durante los años 2011 y 2012 a la sociedad Kradonara, epicentro de su entramado societario.