Las espadas no pueden estar más altas, aunque en Bruselas se sigue aportando por el acuerdo 'in extremis' fiel a la tradición comunitaria. El Eurogrupo ha dado un ultimátum  al gobierno de Alexis Tsipras para que decida si pedirá una prórroga o no del rescate antes del próximo viernes, un rescate que concluye el próximo 28 de febrero. Los representantes del Gobierno griego abandonaron la reunión del Eurogrupo cuando apenas llevaba una hora y las declaraciones de su ministro de finanzas, Varoufakis, fueron de nuevo retadoras. La respuesta de Alemania muy dura.

El ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, a su llegada hoy a la reunión de ministros de Economía y Finanzas de los Veintiocho (Ecofin) en Bruselas. EFE



"Ni con una pistola en la sien"
Aunque el Gobierno de Tsyriza pasó de decir que no pagarían la deuda a pedir renegociarla, de pedir la disolución de la Troika a que simplemente le cambien de nombre, en lo que no cede el gobierno heleno es en pedir que se les permita llevar adelante un programa de emergencia social con el que ayudar al 25% de la población griega sumida en la pobreza por la crisis. Europa considera que eso supone renegociar un 30% de lo ya pactado, pero Tsyriza necesita gestos simbólicos que les permita decir a los griegos que han ganado. Y ese es el problema, porque en Bruselas se opta siempre por acuerdos en los que ninguna de las partes pueda decir que ha vencido o humillado al otro.
Así las cosas el portavoz del gobierno griego, Gavril Sake Laridis, rechazó el ultimátum del Eurogrupo y aseguró que "no vamos a solicitar una prórroga ni con una pistola en la sien". En declaraciones a una televisión griega sostuvo que "el Gobierno nos e deja chantajear con un ultimátum".

"Depende de los griegos"
El presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, sigue manteniendo la esperanza de que el gobierno griego ceda y pida la prórroga del rescate que concluye el 28 de febrero porque esa es la opción "inteligente", pero añadió que "realmente depende de los griegos, no podemos obligarles a pedírselo". La postura más dura fue la del todopoderoso ministro de finanzas alemán, Wolfang Schäuble, quien señaló que los griegos habían elegido a un "gobierno responsable" e insistió en que en la Unión Europea hay una norma sagrada: todos los nuevos gobiernos respetan los acuerdos firmados por los anteriores.