El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al inicio hoy del pleno del Congreso de los Diputados. EFE El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, junto a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, al inicio hoy del pleno del Congreso de los Diputados. EFE



Mariano Rajoy ha enfrentado el debate en el Congreso de los Diputados sobre la corrupción un día después de forzar el cese de su oveja más negra, la polémica ministra de Sanidad, Ana Mato. Lo ha hecho, como suele hacer el presidente cuando se siente cercado: poniendo el ventilador para esparcir la sombra de la corrupción sobre todas las fuerzas políticas y esgrimiendo la condición humana para justificar su inacción en la materia.

Comprensivo con la indignación de los ciudadanos
El presidente ha sacado bajo la manga un paquetes de medidas de regeneración al que ha dedicado buena parte de su discurso, y que ya propuso hace más de un año en la Cámara Baja.

Un comprensivo presidente ha asegurado que entiende “la indignación de los ciudadanos", pero ha insistido una y otra vez que “España no está corrompida” y que no hay que “generalizar” porque “se empieza así y se acaba atacando el sistema y eso beneficia a los salvapatrias de la escoba”. ¿Una referencia a Pablo Iglesias?

Ninguna mención a la Gürtel ni a Mato ... sí a la condición humana
Rajoy, que no ha mencionado explícitamente ni al caso Gürtel ni a su cesada ministra,  se ha limitado a decir que "hay casos que afectan a cargos de mi partido y he pedido perdón".

"España no está corrompida, España tiene algunos corruptos que afortunadamente están saliendo a la luz. No añadamos a la corrupción el infundio porque es peligroso”, ha dicho el presidente, que ha dejado entrever que la corrupción está en el ‘ADN’ del ser humano. “Nadie puede evitar la corrupción en el planeta porque forma parte de la condición humana, pero se puede castigar", ha dicho.