Su reciente mensaje de “pido disculpas a todos los españoles por colocar en puestos a quienes no eran dignos de ello” llegó demasiado tarde, señor presidente. Mariano Rajoy apareció  un día después de las disculpas difundidas por Esperanza Aguirre, la veterana política que disfruta jugando al “méteme en todo”. Pero esto, en verdad, es una cuestión menor y de mínima relevancia.

Lo que debería haber hecho don Mariano, ya hace años, era limpiar a fondo el cuartel general del Partido Popular hasta dejarlo como una patena. Él ha sido presidente del PP desde 2004 y le queda un año de presidente hasta las generales en 2015

Y además, siendo no sólo jefe del Gobierno, sino también presidente de los populares, continuó erre que erre sin limpiar la mierda acumulada y sin apenas cortar cabezas. Rajoy ha dejado hacer mirando hacia otra parte y se ha erigido en protector de muchos de ellos transformados en presuntos corruptos. Génova 13 recuerda a Alí Baba y los cuarenta ladrones. Y quien diga lo contrario, miente.

José María Aznar y Rajoy han procurado ayudar a sus amigotes de modo que no han abierto casi nunca auténticas investigaciones propias. Han tratado de eludir a la justicia y, más o menos, le han salido bastante bien caminar por senderos que conducen al paraíso de los chorizos.

No nos tome más el pelo, como siempre intenta hacer usted, don Mariano. Durante todo el tiempo de Gran Capitán, únicamente ha castigado con alguna dureza a Bárcenas. Y aun así multiplicó sus apoyos para evitar que cayera en manos de la Justicia. Luis Bárcenas es el malo de la película. Pero el trilero de hecho se llama Rajoy Brey.

Mariano Rajoy pasará a la historia de España como un líder incapaz totalmente de acabar con la corrupción inmensa que hay en el PP y sí capaz de abultarla más y más para así quedarse él feliz en su casa, leyendo el Marca y fumándose un puro.