Hace unos días me encontré la siguiente carta escrita por un niño de 12 años en el Huffington Post:



Esta carta me ha hecho retroceder a 1997 cuando yo tenía su edad, y mi yo de entonces se ha sentido totalmente identificada con ella. Recuerdo esas horas insufribles sin nada que hacer, sin nada que aprender, esas horas que no acababan nunca porque no podías hacer absolutamente nada.

Cuando pasé del colegio público al instituto público la historia volvió a repetirse, hasta que finalmente me negué a seguir acudiendo a una clase que simplemente se basaba en dejar pasar el tiempo y que no tenía ningún tipo de contenido académico.

Ahora al leer esta carta me he dado cuenta que no tomé la decisión correcta, debería de haber luchado porque esa hora de clase que todos los españoles me estaban pagando tuviese contenido académico, y puede que de haber sido así Lucas no hubiese tenido que pasar por lo mismo.

Desde un punto de vista educativo ¿qué sentido tiene retener a los niños en los centros escolares sin darles ningún tipo de contenido académico? Y desde un punto de vista económico, ¿qué sentido tiene estar pagando a profesores para que no enseñen nada a los niños y simplemente los estén vigilando como si de un rebaño de ovejas se tratase?

Como dice Lucas, no es justo que a unos niños se les esté dando unos contenidos académicos y culturales y al resto de los niños no, es una discriminación en toda regla. La educación debería de ser igual para todos independientemente de la religión, el sexo o la raza de los alumnos.

Es cuestionable que se enseñe religión en los centros educativos públicos, aún es más cuestionable que únicamente se enseñe la religión católica en los centros educativos públicos, pero que a los alumnos no católicos no se les enseñe absolutamente nada durante la clase de alternativa a la religión es inadmisible. Y aún es más inadmisible que no puedan ser calificados y no puedan tener una nota más que les haga media para poder acceder a las pocas becas que aún quedan en nuestro país.

Ayúdanos a cambiar las cosas divulgando esta historia. ¡Muchas gracias!

Nuria González es una de las autoras del blog Grito Político