La ministra de Sanidad, Ana Mato, a su llegada hoy al Pleno del Congreso de los Diputados donde tiene lugar la sesión de control al Gobierno. EFE



Se lo piden los ciudadanos, incluso algunos miembros del PP la dan por muerta políticamente, se lo han pedido esta mañana en la sesión de control del Gobierno pero ella no se da por aludida. Ana Mato no piensa dimitir, dice, y menos a consecuencia de lo que interpreta una "cacería política". Incluso ha convertido las "infamias" que se vierten contra ella como un caso de descriminación de la mujer.

"Acabamos de ver en esta Cámara el retroceso social que se ha conseguido en años. Cuando se trata de culpar a una mujer de lo que ha hecho un hombre", le ha respondido a la diputada socialista Carmen Montón quién, tras recriminarle los recortes en materia de igualdad dijo que estaba "inhabilitada en lo político y lo moral".

El primero en toparse con el paredón del no ha sido Eduardo Madina, a quien la ministra respondió que no tenía ninguna intención de dimitir y menos a consecuencia de una "difamación". Para el socialista, la ministra debe dejar su cargo, no sólo por su supuesta implicación en la Gürtel sino por su desastrosa gestión del que se suponía ministerio más social de todos. Madina le reprochó que la Sanidad, con ella, haya dejado de ser universal, cada vez sea menos pública y haya implantado el copago. "Ha convertido el ministerio en el más antisocial de la historia de la democracia", reprochó.

Además le recriminó sus vínculos con la "mayor que ha conocido la historia de nuestra democracia", más conocida como trama Gürtel. "Más del 70 por ciento de los españoles y personas de su partido, no solo del mío le piden que salga del Gobierno", dijo. Sin embargo, Mato siguió anclada en el poder y en el no. No sólo no piensa dimitir sino que reprocha a los demás que la hagan culpable de la conducta de otra persona. Como si esa otra persona fuera alguien que pasara por allí. Estamos hablando de su exmarido, Jesús Sepúlveda; de los regalos que habría recibido el matrimonio de la Gürtel en una época en la que seguían casados; de sus mentiras al afirmar que se separaron en el año 2000...

En opinión de Ana Mato se enfrenta a una "cacería política y personal" que llega incluso a lo "grotesco cuando se me atribuye como celebración familiar el ascenso del Getafe". La ministra se escuda en un dato erróneo del informe policial que le atribuía una factura pagada por Correa de 4.600 euros de confeti. Obvia, sin embargo, que el empresario responsable de la empresa proveedora admite que trabajó en casa de los Sepúlveda Mato en dos fiestas: un cumpleaños y una comunión. Sus servicios fueron pagados por Correa y la propia Mato era el contacto. “Damos el servicio y a nosotros nos paga Correa. Si Correa lo cobra o no lo cobra, no lo sé. Yo sí sé que él a mí sí me lo paga”, dijo.

Más allá de posibles responsabilidades penales, lo que sí es cierto es que la situación de Ana Mato en el Gobierno es insostenible desde el punto de vista político. A su mala gestión se suma ahora sus huídas para evitar tener que dar explicaciones a la prensa y sus mentiras para desvincularse de su exmarido, Jesús Sepúlveda. Ni siquiera cuela que ahora el PP también se haya separado definitivamente del él despidiéndolo como "funcionario del partido". Por mucho en que se empeñen en pasarle el muerto a Sepúlveda, al menos por omisión, tanto la ministra como el PP, han sido cómplices.