Pero lo cierto es que, tres meses después, aquella reforma aparecía como insuficiente y, lo que resultaba mucho más preocupante, podría colocar a buena parte del sector financiero en una situación de requerimiento de nuevas provisiones con cargo a resultados, ya de por sí reducidos, que le imposibilitaba la ansiada recuperación del flujo de crédito.

La primera reforma del sistema financiero
Entonces el Grupo Socialista votó a favor. Lo hicimos por coherencia. Porque en lo esencial suponía la continuidad en el camino de reformas en el sector que España emprendió tras la quiebra de Lehman Brothers y el estallido de la crisis financiera internacional.

Lo hicimos desde la convicción de que reformar de nuestro sistema financiero, lograr su saneamiento, reconstruir un sector que ha sido dañado de manera fundamental por la crisis económica -pero que también explica como ningún otro su profundidad- constituye uno de los grandes objetivos de la política económica española. Un objetivo crucial para salir de este inmenso atolladero en que se encuentran España y el conjunto de los países europeos.

Un error, tremendo error
La consideración esencial que soporta esta postura reside en no olvidar que detrás de los desequilibrios acumulados en nuestro endeudamiento (me refiero sobre todo al endeudamiento privado) está uno de los acontecimientos más tristes de nuestra historia económica, y no me refiero solo a nuestra historia reciente: construir en este periodo varios millones de viviendas, más de la mitad de las viviendas edificadas en el área del euro y ostentar a la vez el record europeo en crecimiento del precio de la vivienda.

Casi todo lo significativo que nos ha pasado proviene de ese tremendo error. Un error que no se hubiera producido sin la cooperación irreflexiva y estrecha de buena parte de nuestro sistema financiero.

Absoluto marasmo de la acción del Gobierno
En los trece años que van desde 1994 a 2007, España pasó de ser el quinto país europeo en tamaño de su sector inmobiliario –es decir, el orden que le correspondía por su población y por el volumen de su economía- a ser el primero, por encima incluso de Alemania, un país que nos duplica en población.

Desde que la aprobación de aquella primera reforma financiera del Gobierno del PP, una reforma, se decía entonces, cuyo “imperativo es diseñar una estrategia integral de reforma que (…) conlleve el saneamiento de los balances de las entidades de crédito en grado tal que recupere la confianza y la credibilidad en el sistema español”  han pasado muchas cosas. Tantas que cuando se ponen en un cierto orden es posible contemplar el absoluto marasmo en que se ha convertido la acción del Gobierno en estos meses.

IBEX hundido, prima de riesgo al alza, bancos en quiebra…
La prima de riesgo española respecto al bono alemán ha subido en 220 puntos básicos algo más del 70%. El IBEX ha bajado un 30% entre el 2 de febrero y el 30 de mayo. Nuestras entidades financieras ahora obligadas a realizar dotaciones de alrededor de 50.000 millones (y 28.000 más con la segunda reforma), han continuado sus procesos de fusión sin ninguna garantía de que en lugar de crear entidades más sanas y con mayor capacidad de crédito estemos creando entidades más grandes y con mayor capacidad de riesgo sistémico.

Mientras tanto, ha habido alguna fusión pero también alguna quiebra. La cuarta entidad financiera del país Bankia, fruto de la fusión de siete Cajas de Ahorro ha tenido que ser nacionalizada en una forma que pasará a la historia española sí.

Historia de los desatinos de Bankia
Pero a la historia de los desatinos. Primero se presentaron ante la CNMV las cuentas anuales de la entidad matriz sin la firma del auditor. Después se produce la dimisión del Presidente de Bankia, el Señor Rato, ex ministro de Economía y ex director del FMI.

Es verdad que, a continuación hay también algún desvanecimiento, pero afortunadamente sin graves consecuencias físicas. Lo que se desvanecen son algunos de los mitos creados en estos años sobre la capacidad profesional en la gestión de la entidad. Muchos años de gestión deplorable. Muchos años de veleidades y desvaríos en Madrid, en Valencia y otros lugares de la geografía española.

Una cadena de cifras que acaban en 23.000 mil millones
Y, por si fuera poco, en medio de un contexto que pudo terminar en pánico financiero nos dan ‘una magistral muestra de dominio de la situación’. En primer lugar se dice que la entidad necesita solicitar la conversión en acciones de los 4.500 millones de participaciones preferentes aportadas por el FROB. Después se indica que harían falta otros 5.000 millones más en prestamos participativos. Con posterioridad a que la Vicepresidenta del Gobierno dijera que no habría participación en el capital sino prestamos, el Ministro indica en comparecencia ante la Comisión de Economía del Congreso que harían falta no 5.000 millones más como nos había dicho sino 9.000.

Y para rematar, el nuevo responsable de la entidad termina indicando que son 23.000 las nuevas necesidades de capital a aportar por el Estado. No sabemos todavía por qué ni a qué se ha debido esta increíble excursión numérica.

Descrédito del Banco de España
Todo esto no acaba aquí. Todo esto se ha hecho prescindiendo por completo del papel del Banco de España y de sus Servicios de Inspección. La mejor y más completa fuente de información sobre nuestro sistema financiero.

Llegados a este punto ¿podemos decir que aquí se acaba la historia? Pues aunque parezca increíble, no. No hemos terminado. A continuación se nombra dos compañías auditoras independientes. Dos entidades independientes en esta materia, además del daño irreparable causado al Banco de España, son, algo tan difícil de encontrar que no creemos que lo haya conseguido el Gobierno de España.

Y en esto llega el rescate
Esta increíble saga de acontecimientos acaba de tener un infeliz final el 9 de Junio pasado. España ha sido objeto de un rescate destinado a recapitalizar nuestro sistema financiero cuyas consecuencias todavía no terminan de perfilarse con nitidez.

Sabemos que se trata de un rescate a través de un crédito al Estado Español (o al FROB que es una entidad pública respaldada por el Gobierno). Prácticamente todos los rescates terminan siendo instrumentados a través de créditos a los Gobiernos. Sabemos también que las consecuencias se medirán en forma de un crecimiento sustancial de la deuda pública (de alrededor de 10 puntos más en relación con nuestro PIB actual si se utilizan los 100.000 millones comprometidos.

Mas austeridad, menos crecimiento
Y sabemos que se impondrán condiciones estrictas  de cumplimiento del Pacto Fiscal y algunas recomendaciones de la Comisión Europea (en pensiones, mercado de trabajo, salarios de los funcionarios, impuestos indirectos por citar solo unas cuantas). Unas condiciones que nos abocarán a más austeridad y a menos crecimiento. Y que seguirán deprimiendo los derechos sociales y laborales de los ciudadanos españoles.

Lo que no sabemos es si al final de todo esto además de asistir a algún espectáculo deportivo, alguien asumirá la responsabilidad de tanto desaguisado.

Valeriano Gómez es portavoz de Economía del Grupo Parlamentario Socialista y exministro de Trabajo