Una estrategia orquestada contra los funcionarios

 

Sea como fuere, la crisis ha avivado una campaña de acoso y derribo contra los funcionarios, demonizándolos y convirtiéndolos en objeto de odio por parte de la ciudadanía. Muchos detalles apuntan a que la estrategia en contra de este colectivo se habría orquestado desde las alturas gubernamentales aprovechando que la patronal de estos trabajadores es el propio Estado y que, por mayoría parlamentaria, se puede decretar cualquier tipo de disposición laboral y salarial sin contar con la opinión de aquellos a quienes van destinadas.

 

 

Dar donde más duele

 

 

Nadie nos asegura que no estemos en la primera fase de un plan dirigido a perpetrar ataques contra de la honorabilidad de los funcionarios (acusándoles de vagos, absentistas y simuladores), atentar contra sus retribuciones (reducción de sueldo e incremento de la jornada laboral con una merma de hasta en un 20% su poder adquisitivo) y vulnerar sus condiciones laborales (reducción de subsidio por enfermedad, reducción de plantilla, aumento de las ratios en educación, recortes presupuestarios que les limitan en su trabajo y dañan el Estado de Bienestar de toda la sociedad…).

 

 

Así planteado, no es descabellado pensar que la segunda fase consistiera en la privatización de todos los organismos públicos posible con la excusa de generar prosperidad para la patria y devolver a su cauce las turbulentas aguas de la crisis.