Lo cual, por supuesto no invalida la legitimidad de este partido para gestionar la crisis de acuerdo con su programa y su ideología.

Lo embarazoso para Mariano Rajoy es que se ha visto obligado a gobernar en algunos capítulos en desacuerdo con su programa y con su ideología. Léase subida de impuestos.

Las elecciones del pasado domingo representan un alivio para la izquierda y para los demócratas que desconfiamos del excesivo poder de un solo partido.

Pero además hay que interpretarlas como un toque de atención para el Gobierno que ha podido detectar el malestar ciudadano ante una reforma laboral que poco tiene que ver con la crisis y más con la ideología.

Dicha reforma podría tener eficacia, como sostienen los populares, cuando se haya superado la crisis, cuando los empresarios encuentren condiciones para invertir.

Un momento en el que el abaratamiento del despido y las nuevas condiciones de trabajo en la empresa tendrán una incidencia menor como ha ocurrido en el pasado.

Los comicios del domingo representan el primer castigo a Mariano Rajoy y el principio de la resurrección del PSOE. O al menos el principio del fin del castigo en las urnas que ha asestado a esta formación su parroquia.

Se ha comprobado que la mera llegada de la derecha al poder no ha restablecido la esperada confianza de los mercados ni de la Unión Europea.

España, de hecho, está intervenida y Mariano Rajoy, registrador de la propiedad por oposición, se tiene que limitar a registrar la dramática realidad desde el Gobierno.

El comentario del jefe del gabinete italiano, Mario Monti regañando a su colega español porque la situación hispana puede contagiar a la italiana y a otros países vulnerables ha sido demoledor.

Las comparaciones pueden ser odiosas pero Monti que llegó al poder un mes antes que Rajoy ha conseguido que la prima de riesgo de su país sea inferior a la española, dando la vuelta a lo que ocurría antes.

En el mismo sentido se han expresado gurús del sector privado como, de forma especialmente agresiva, el influyente economista jefe del Citi, el británico Willem Buiter, quien aseguró el pasado fin de semana que "España está más cerca que nunca del impago".

José García Abad es periodista y analista político