Vocento y Unedisa, dos de los grupos más agraciados en su día (año 2000) por el Gobierno de José María Aznar, han fracasado estrepitosamente a la hora de desarrollar sus negocios televisivos, pero se embolsan pingües beneficios por alquilar a terceros esos canales, que son consecuencia de la graciable amistad de las administraciones; en este caso el gobierno central.

Liberales de boquilla
Ironías de la vida. Dos grupos autodefinidos como “liberales”, que abominan de cualquier presencia del poder político en la sociedad y piden menos Estado, al menos teóricamente, luego aprovechan la proximidad al poder para llenar las arcas que no pueden llenar con la “actividad privada” ni con su talento como empresarios, ni por su capacidad para gestionar una canal televisivo, máxime en momento de gran vacío publicitario. Los intentos por situarse en el mapa televisivo español de estos grupos mediáticos, encuadrados en la derecha, han resultado un fracaso sin paliativos.

Entre 5 y 6 millones

El Gobierno de Aznar concedió a Vocento un múltiplex para cuatro canales (Disney Channel, Intereconomía, MTV y La 10). De esos cuatro sólo el alquilado a Intereconomía TV les está resultando rentable. La empresa de Julio Ariza paga 5.500.000 millones de euros a Vocento por este “carrier”, aunque el propio grupo del navarro tiene una participación en el múltiplex.

Por su parte, Unedisa también fue agraciada por el PP en el Gobierno con cuatro canales (Marca, Veo7, AXN y 13TV de los cuales sólo opera en la actualidad MarcaTV. Dentro de unos días el canal Veo7, tras el estrepitoso fracaso a todos los niveles, pasará al control de Discovery, que introducirá una nueva programación con horizontes bien diferentes.

Fracaso de Cuesta

El colosal fiasco del programa de debate político que dirige Carlos Cuesta -no alcanza el 1% del “share”, pese a contar con toda la ayuda del diario hermano El Mundo- se pudo comprobar el pasado 20-N, jornada de elecciones generales. Era un momento clave para saber a ciencia cierta la influencia real de dicho programa Con El Mundo a Cuestas. Pues bien su cosecha fue más bien pobre, paupérrima: cosechó un tristísimo 0,5%, en la última posición del ranking y  corre riesgo de desaparecer pronto, según fuentes del propio grupo Unedisa.

Carlos Cuesta ejerce al mismo tiempo de juez, parte, árbitro y jugador en una extraña mezcla por imitar a Pedro J., por un lado, y a Jesús Cacho en sus artículos económicos.

13TV de Samanes
13Tv paga la nada desdeñable cifra de cinco millones y medio de euros a Unedisa, donde, por cierto, ha sido cesada su presidenta, Carmen Iglesias, expreceptora del Príncipe, en la presidencia testimonial que venía ejerciendo hasta la fecha.

De ahí el enorme interés de los gestores del canal católico por contar con un “carrier” de cobertura nacional a un precio de mercado o, si fuera posible, conseguir una concesión propia.

Lo mismo que pretende Julio Ariza cansado de pagar un altísimo precio por el alquiler de su canal nacional a Vocento. Ahora dicen que han llegado los “suyos” al poder. ..¡Está por ver!

Abuso
En medios profesionales y empresariales se considera un “abuso absoluto” que unas compañías que fueron agraciadas por el poder político de turno (en este caso Aznar) hagan más negocio con el alquiler de concesiones administrativas que con el desarrollo empresarial de las mismas.

“Los medios controlado por Pedro J. se hartaron de criticar la concesión de otras licencias (en el caso de Roures o Antena 3) pero se callan y hacen caja cuando ese poder les beneficia a ellos…”, critican fuentes empresariales del sector audiovisual.

En los sectores que “pagan” (Intereconomía TV, 13TV) consideran que es una situación insostenible y “realmente injusta”. Porque en muchos casos está en juego la propia supervivencia de unas empresas que gestionan mejor, saben acercarse mejor al público con mejores audiencias, pero que no han contado con el favor político.

Aznar tuvo claro que a Vocento por un lado y a Unedisa por otro les debía tocar la lotería. Y dejó para el final a José Manuel Lara, que al final se quedó con la joya de la corona con el dinero de los accionistas de Telefonica.