La pobreza energética, una vertiente de la pobreza en general que provoca que la falta de ingresos limite el acceso a la energía suficiente, es un concepto en el que se ha profundizado en los últimos meses dado el aumento de la pobreza en España.

Según un informe de la ONU, 1.200 millones de personas en el mundo (17% de la población) no tiene acceso a la electricidad y 2.700 millones (un 38% de la población) no tiene acceso a condiciones adecuadas de cocina. En Europa las cifras son más reducidas: el 9,4% de europeos no puede mantener una temperatura adecuada en su domicilio en invierno, según datos de Eurostat. En el caso concreto de España, la situación un poco superior que la media europea, ya que según el III Estudio de pobreza energética de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA), 5,1 millones de personas en España (el 11% de los hogares) son incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada.

Con esta problemática como telón de fondo las compañías comienzan a tomar cartas en el asunto, como es el caso de Gas Natural Fenosa, presidida por Isidro Fainé, que ha puesto en marcha en España un paquete de medidas destinadas a mejorar la gestión de los clientes vulnerables así como reforzar la colaboración con las entidades del Tercer Sector y la comunicación con los Servicios Sociales.

La compañía ha puesto en marcha su Plan de Vulnerabilidad energética e invertirá 4,5 millones de euros anuales para luchar contra la pobreza energética. De entre su paquete de medidas destaca el voluntariado energético, que incluye el asesoramiento por parte de empleados voluntarios de la compañía energética, que destinan parte de su tiempo a la atención de personas vulnerables en busca de la mejor solución para cada situación particular.

Los voluntarios energéticos hablan

Un plan que cuenta con numerosos voluntarios como Victoria Sánchez quien asegura que es una oportunidad para “aplicar todo mi conocimiento sobre el sector energético para ayudar directamente a que estas familias ahorren”, y añade que “es muy gratificante”. Ramón Rubio, otro voluntario, explica “cuando acudimos a las entidades sociales, les asesoramos en materia energética. Revisamos el caso de las familias, les ayudamos a interpretar las facturas, les explicamos las diferentes posibilidades de contratación...”.La iniciativa del voluntariado energético comenzó a funcionar principios de año con una prueba piloto de 10 trabajadores y está previsto que después del verano se amplíe a trabajadores de la compañía de diferentes puntos de España. Los resultados hasta ahora, aunque provisionales, parecen bastante satisfactorios: más de 30 familias vulnerables ayudadas y una mejor relación con los trabajadores sociales.  

Laura Pérez indica que “al principio los trabajadores sociales de las entidades no conocen mucho sobre el sector energético y las facturas, pero poco a poco con el voluntariado energético entienden cada vez más detalles”, lo que provoca que se pueda ayudar más y mejor a las personas. Asimismo, Yolanda Ávila, también voluntaria, señala que “estás ayudándolas [a las personas] con tu colaboración” y ves “que tu trabajo sirve para algo”.

Carmen Mateos cuenta que “tengo una compañera que asistió a una charla sobre el voluntariado y me llamó muy emocionada para apuntarse porque quería ayudar a los demás y también, porque le iba a ayudar mucho en su trabajo para entender la situación de las familias con las que trabajaba día a día”.

En conclusión, la voluntaria energética Ana Martínez asegura que “el voluntariado nos sirve, a todos los que participamos, para unir dos realidades: por un lado, trabajamos día a día en una empresa con unos objetivos; pero a la vez estamos muy comprometidos con la parte social. El hecho de que gracias a esta parte social puedas conocer la realidad de las familias, después te ayuda a la hora de realizar tu trabajo para poderte poner en el lugar del otro”.