El pasado viernes el gobierno de Mariano Rajoy convocó el Consejo de Seguridad Nacional por más que sobradas razones. Hace mucho tiempo que se tendría que haber reunido en la búsqueda de una solución a la gravísima crisis que están viviendo los 200.000 españoles que residen en Venezuela y, muy especialmente, los más de 13 millones de españoles que siguen en nuestro país y que, según acaba de publicar el Instituto Nacional de Estadística, están en grave peligro de pobreza y exclusión social. Sin embargo, el sempiterno gobierno de Rajoy sólo ha estudiado el caso de los españoles que emigraron (la mayoría hace décadas) al país sudamericano. 

Debe tratarse, sin duda, de un error en la redacción de la agenda del día, porque lo contrario sería no ya un caso de electoralismo, sino una grave afrenta a los millones de españoles que vivimos todavía en nuestra parte de la Península Ibérica. Mientras el Gobierno y Albert Rivera se ponen manos a la obra en la búsqueda de una solución al gravísimo problema venezolano, los datos que el INE ha hecho públicos esta misma semana dibujan un panorama de extrema crisis social entre los españoles de aquí, los paganos de sus sueldos. 

Dice el INE (organismo oficial dependiente del Gobierno) que entre los españoles de este lado del Atlántico, hay más de 800.000 familias (casi dos millones y medio de personas) que no tienen ningún ingreso, nada, ni un euro. El INE calcula que en esta España que tanto aburre a Rajoy y Rivera, hay más de tres millones de personas que no pueden comer carne o pescado al menos cada dos días. Insiste, el nada sospechoso INE, en que esos tres millones de personas (así a ojo bastantes más que los 200.000 españoles de Venezuela) no pueden poner la calefacción, ni tienen dinero suficiente para comprarse una lavadora, una televisión, un móvil y, ya no digamos, un coche. 

El año pasado, en este país que es la envidia de Europa en crecimiento económico, los ingresos medios de los españoles lejos de crecer se redujeron en un 0,2%. Según UNICEF el número de niños que viven en España bajo el nivel de pobreza es de dos millones y medio. Niños que, en muchos casos, no pueden hacer tres comidas al día y para los que los comedores escolares, como en cualquier país del Tercer Mundo, se han convertido en una irregular tabla de salvación. Los pediatras advierten de que la pobreza infantil conlleva serios riesgos asociados, como el aumento de enfermedades mentales e infecciosas, y el deterioro en el desarrollo cognitivo, que perpetúa el ciclo de pobreza.

Como ven, hay motivos sobrados para que el Gobierno convoque el Consejo de Seguridad Nacional, casi los mismos que tenemos los españoles para evitar con nuestro voto del próximo día 26 de junio que Rajoy y/o Rivera estén al frente del Gobierno. Y no deben preocuparse por el futuro de estos dos populistas populares, seguro que encuentran qué hacer en la cálida y acogedora Venezuela a la que tanto aman.