Aunque el título parezca una frivolidad, la realidad es que nadie se entusiasma con esta forma de Estado ya que prefieren la pasión y el humo de la independencia o de la unidad nacional.

El independentismo ha cuajado en aquellas personas que necesitaban soñar, huir del presente, que se sentían enojados con España y que los políticos les han ayudado a estar indignados.

Como contraposición tenemos a los que siguen hablando de unidad nacional, gritan mucho, sacan muchas banderitas y pulseras a la calle pero que son tan incultos que jamás han sabido valorar lo que aporta a un país la diversidad cultural, racial, idiomática….

Y como siempre los polos se retroalimentan.

En medio de unos y otros están los federalistas que defienden la mejor forma posible de convivencia, sin traumas ni heridas. Pero desgraciadamente nadie les hace caso, quizás porque los líderes políticos no lo han sabido explicar o simplemente porque vivimos unos tiempos en los que o rompemos toda la vajilla o no tiene interés todo lo demás.

La filósofa Victoria Camps comienza su último libro ¿Qué es el federalismo? afirmando que éste “es la mejor forma de integrar una pluralidad de entes que quieren aliarse en beneficio del conjunto y de cada una de las partes”.

Esta frase me parece esencial porque creo que integrar pluralidades nos hace más inteligentes, maduros y tolerantes. Y resaltaría el final de la frase: “En beneficio del conjunto y de cada una de las partes”. Eso significa que no es excluyente, que nadie queda fuera.

Camps va respondiendo en su libro muchas de las preguntas que hoy en día nos hacemos muchos ciudadanos: ¿Qué es exactamente el federalismo?, ¿Qué añadiría el federalismo a la organización autonómica que ya tenemos?… la respuesta es un análisis claro y sencillo de Victoria Camps junto a los profesores universitarios Joan Botella y Francesc Trillas.

Porque de lo que se trata es de construir un Estado que una lo que es diverso, que distribuya el poder y la soberanía entre los territorios. En dos palabras: un Estado que reconozca las diferencias, pero siempre dentro de un espíritu de colaboración y solidaridad.