Así comienza uno de los hasta ocho reportajes que el gran periodista y literato sevillano, Chaves Nogales, dedicó a mi tierra, Catalunya, entre los años 1931 y 1936. Desde entonces han pasado más de setenta años pero esa sigue siendo una pregunta recurrente en una España que suma ya cuarenta años de democracia.




Las leyes no lo son todo ni lo solucionan todo, pero también por eso tampoco son la causa de todos los males






¿Qué pasa en Catalunya? Hoy, una parte nada desdeñable de catalanes está reclamando poder decidir la independencia de España. Ya no hablamos de formaciones políticas minoritarias y sus seguidores, hablamos de todo un Gobierno y su potencial institucional, político – singularmente los medios de comunicación públicos – y social, trabajando abiertamente desde las instituciones por una secesión unilateral de Catalunya. Y eso, como apunta Muñoz Machado en su magnífica “Catalunya y las demás Españas” nunca había sucedido en la historia y resulta sorprendente que acontezca por primera vez cuando Catalunya disfruta de poderosas instituciones de autogobierno sin precedentes en los últimos trescientos años. Esa es la paradoja que vivimos: más autogobierno que nunca y más independentismo que nunca también.

Seguro que hay razones para todos los gustos para determinar cómo, cuándo y por qué hemos llegado hasta aquí. Jurídicas y políticas. Tal vez porque soy jurista sé que las leyes no lo son todo ni lo solucionan todo, pero también por eso tampoco son la causa de todos los males. Creo, pues, que han sido factores sobre todo políticos los determinantes para llegar al momento que vivimos. Y algunos de esos factores no nacieron ayer, vienen de lejos. Uno de los más dañinos se llama “nacionalismo excluyente”. Quiero decir con esto que el problema no radica en la Constitución, aunque sin duda hoy necesite una puesta a punto. Pero por más de tres décadas se ha revelado como un texto inteligente y aglutinador. Tampoco radica en el Estatut de Catalunya de 2006. A pesar de todo lo que el Partido Popular llegó a decir de él (llegamos incluso a escuchar a todo un exministro del Interior decir que estaba tutelado por ETA), vivió 4 años sin fricciones.






Llegamos incluso a escuchar a todo un exministro del Interior decir que el Estatut estaba tutelado por ETA







El problema está donde estuvo siempre, en la feroz resistencia de una parte de la derecha española a reconocer la diversidad de España (sus distintas identidades, lenguas, cultura, historia, derecho civil…) y en su desparpajo a la hora de alimentar la catalanofobia. Y el problema radica también en la obstinación de los sectores catalanes partidarios del enfrentamiento con España en magnificar las fricciones y en minimizar los avances históricos que hemos vivido. Y, aunque me duela reconocerlo, también ha contribuido la falta de constancia de quiénes, desde Catalunya y desde el resto de España, apostamos siempre por la vía del entendimiento y rechazamos tanto el camino de la imposición como el de la separación.

¿Y ahora qué? ¿Qué hacemos ahora que los catalanes vamos a las terceras elecciones en 5 años, convocadas éstas “a modo de plebiscito” sobre la independencia?

Lo que seguro que no va a solucionar las cosas es el inmovilismo del Partido Popular. En cuatro años de Gobierno Rajoy no ha hecho propuesta alguna en relación al conflicto que vivimos y las escasas veces que le hemos visto por Catalunya han sido siempre en actos partidistas. Nunca como presidente de un gobierno de todos. Solo eso dice mucho de quién respondió cuando se le preguntó qué hacer en relación a Catalunya que ´lo mejor es dejar las cosas como están´, el mismo que calificó las movilizaciones independentistas como ´algarabías´. La salida tampoco vendrá de quiénes mayor responsabilidad tienen ante el desafío que vivimos, los promotores de una descabellada aventura secesionista liderada por Mas y Junqueras que contraviene todas las leyes, tanto internacionales como internas.






La solución para España siempre ha sido un Estado Federal. No es por casualidad la forma de Estado más extendida del mundo







La solución tampoco la traerá un pacto entre élites como ocurrió en otras ocasiones; esa es la vieja política. En la nueva política ha irrumpido un nuevo actor: la gente. Sin amplia participación de los ciudadanos todos los esfuerzos serán baldíos. Por eso creo que tampoco habrá una fórmula jurídica mágica que solvente de un plumazo la situación que vivimos. Pero sí creo que en la solución deben confluir al menos tres factores: una fórmula jurídico-constitucional nueva, un acuerdo amplio sobre la misma y una ratificación popular.

A mi juicio la solución para España siempre ha sido un Estado Federal. No es por casualidad la forma de Estado más extendida del mundo. Lo es porque, aunando unidad y diversidad, es capaz de hacer trajes ad hoc que permitan soluciones flexibles. El junco siempre es más resistente que la estaca. Y lo acordado, finalmente, deberá ratificarse en una votación conforme a nuestras reglas de juego, votada en Catalunya y en el resto de España en referéndum.

Tardemos más o menos en ver luz al final del túnel, lo que sí necesitamos urgentemente es una larga e inteligente terapia de afectos mutuos. Mucha pedagogía después de tanto destrozo institucional, político y, particularmente, social. Ya lo sé. Sé que no podremos contar ni con Mas, ni con Junqueras ni con Rajoy para esto. Habrá que hacer otra cosa y la tenemos a mano. La primera, derrotar en las urnas sus respectivos proyectos: el rupturista y el inmovilista. Primero en septiembre y después en diciembre. Sólo así podremos virar el rumbo y avanzar. Vale la pena. Nos jugamos la posibilidad de tejer un nuevo pacto de convivencia en el que volvamos a caber todos durante varias generaciones.

Carme Chacón ha sido ministra de Vivienda y Defensa en el Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero. Es miembro de la ejecutiva del PSOE y militante del Partido de los Socialistas de Cataluña