El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo (c), el martes 25 de noviembre de 2014, en La Habana (Cuba). EFE El ministro de Asuntos Exteriores de España, José Manuel García-Margallo (c), el martes 25 de noviembre de 2014, en La Habana (Cuba). EFE



¿A qué fue José Manuel García-Margallo a Cuba, si es que su viaje tenía algún propósito?. Pudo más su ego y su afán por dejar patente su rechazo al régimen que su disposición a conseguir algo bueno para la Isla o, incluso, para los intereses económicos españoles. Al ministro de Exteriores no le recibió el heredero de Fidel, su hermano pequeño, de 83 años, Raúl Castro, que fue presa de una pataleta porque el español se atrevió a hablar en su dominio de los beneficios de las libertades.

El discurso de Margallo
Margallo lo hizo con la boca pequeña, sin referirse al régimen castrista en una conferencia celebrada en el Instituto Superior de Relaciones Internacionales, donde se forma al cuerpo diplomático cubano, en la que el ministro habló a favor del “pluralismo político”, de la censura y la excarcelación de presos, del deseo de España de que las “reformas económicas” vayan a “un ritmo más rápido” y de que la Isla cumpla con los “pactos internacionales de los Derechos civiles y Políticos de la ONU”. Lo hizo de la peor manera posible, poniendo en evidencia al régimen públicamente, delante de embajadores extranjeros y de los focos de la prensa.

Sin reunión con Raúl Castro
Antes de su viaje, cuando los periodistas le preguntaron por qué un Gobierno del PP se dignaba a ir a la Cuba de los Castro, Margallo lo justificó argumentando que la situación de la Isla  “ha cambiado de manera dramática”. Una falsedad a todas luces. El emisario de Rajoy no es un ingenuo y sabía el efecto que provocaría su discurso pronunciado en La Habana en los ancianos Castro; de ahí la pregunta: ¿a qué ha ido a Cuba?.

La primera reprimenda llegó desde el periódico gubernamental Granma (los escasos medios de comunicación que hay en la Isla son estatales, todos). El diario abría con la visita del primer ministro de Guinea-Bissau, y relegaba al ministro español a un pequeño espacio. La segunda le puso la cara más larga a Margallo. Rúl Castro no le recibiría.

El encuentro en la sombra con Díaz Canel
Exteriores ha intentado salvar la cara de su ninguneado jefe afirmando que se vio con el posible sucesor de los Castro, Miguel Díaz Canel, en un encuentro de 45 minutos. Conociendo la idiosincrasia de los cubanos, su sentido del tiempo y su gusto por hablar, es fácil deducir que la reunión fue un pinchazo por el escaso tiempo que le dedicó el dirigente cubano. Un encuentro, además, sin cobertura mediática.

Moratinos tuvo reunión con Castro y benefició a presos políticos
En julio de 2010, el entonces ministro socialista de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, viajó a Cuba, y pudo exhibir fotos de su reunión con Raúl Castro. Desde el Partido Popular le cayeron encima como hienas, pero el hombre de Zapatero se trajo bajo el brazo el acuerdo de la liberación de presos políticos. Tras el anuncio, el disidente Guillermo Fariñas abandonó su huelga de hambre con la que llevaba cuatro meses y que estaba poniendo en peligro su vida. Moratinos recibió la felicitación de la Alta Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, y de la secretario de Estado de EE.UU., Hillary Clinton.

Moratinos y García-Margallo seguro que comparten la misma opinión sobre el régimen de los Castro. La diferencia está en los hechos. Si hay que ir, se va, pero que sea para algo.