Este jueves, el diario El País ha publicado algunas de las conversaciones telefónicas de los imputados de la Operación Retablo, trama de corrupción en la restauración de arte sacro y construcción de albergues para peregrinos entre 2003 y 2009. La causa alberga 3.000 folios de sumario y cuatro años de instrucción de dos jueces. Entre los imputados destacan  el anterior cura de la parroquia de Paraños en Covelo, Juan Sobrino; el exobispo de Tui José Diéguez Reboredo -que dimitió en febrero de 2010 acuciado por las sospechas-;  y el exresponsable de Economía en el Obispado, Benito Estévez.

La trama
El extécnico de la Consellería de Cultura Carlos Gómez-Gil de Aizpurúa y el arquitecto del Xacobeo José Manuel Pichel Pichel también están imputados en esta trama corrupta que se encargaba de restaurar iglesias.  Los investigadores sostienen que Gómez Gil decantaba las ayudas a las órdenes religiosas desde la Consejería de Cultura a cambio de que estas contratasen a empresas amigas. Paralelamente, Pichel adjudicaba contratos para albergues de peregrinos con el mismo criterio. A ambos se le imputa fraude, cohecho, tráfico de influencias, negociaciones prohibidas a funcionarios y exacciones ilegales contra la Administración.

Grabaciones policiales
Los más de 3.000 folios que recogen meses de grabaciones policiales a los imputados evidencian las complicidades entre distintos representantes de la Iglesia y los funcionarios a los que la policía, el fiscal y el juez que instruye el caso señalan como personajes centrales de la trama.

Llamadas de los sacerdotes
De entre todas las conversaciones destacan las que se produjeron en septiembre de 2009, cuando los agentes de la Unidad de Delincuencia Económica interrogaron a media docena de párrocos sobre la forma en que recibían ayudas de la Xunta y el procedimiento para adjudicar las obras de rehabilitación. Fue entonces cuando varios sacerdotes se apresuraron a avisar a Carlos Gómez-Gil, el exfuncionario de la Xunta y mediador en la concesión de subvenciones.

La llamada
El primero en telefonearlo, nada más abandonar la comisaría es Don Crisanto, cura de San Salvador de Lérez, en Pontevedra. Este es un extracto de la charla desvelada por el diario El País: 

Crisanto: Acabo de venir de la policía.

Carlos Gómez-Gil: Lo sé.

C.: ¿Sabe que andan por usted?

C.G.G.: Lo sé, lo sé, sí, en esta vida te llevas muchas sorpresas, basta con que intentes trabajar y hacer las cosas bien para que haya gente con envidias.[...]

C.: Preguntaron por su nombre y yo traté de ser parco y prudente, no dije mentira pero no dije toda la verdad ni mucho menos, eh. Tampoco quería decir alguna frase que pudiera complicarle. La pregunta más clara siempre, insistente, que ya dije que no me insista más en eso, era si usted o alguien de la Xunta me habían indicado una empresa concreta, es la clave del asunto.

C.G.G.: De verdad, es patético.

C.: Tenga cuidado si hubo una cosa más o menos anómala para poder subsanarla porque ir, van a por usted claramente”

C.G.G.: Lo sé, lo sé. Pero si lo que hubo es solo trabajo. [...]

C.: Mi llamada era un poco para que pudiera estar sobre aviso preparar su defensa si hace falta. [...] La cosa va de que usted aconsejaba, sugería o imponía determinadas empresas y usted recibía parte de los beneficios. Ese es el meollo.

C.G.G.: ¿Y eso cómo lo van a probar? Incluso si fuera así, cómo lo van a probar. [...] Fíjate que se ha trabajado con bastantes empresas. ¿De qué va, extorsionaba yo a todas? Es patético.