Restos de quirófano, sustancias citotóxicas de las que se usan en quimioterapia, basura hospitalaria que llaman los profesionales y que deberían estar en contenedores cerrados, a buen resguardo, fuera de cualquier lugar de paso, lejos de enfermos y sanos, de trabajadores y médicos…En el hospital Ramón y Cajal todos esos restos, esos desechos contaminados y contaminantes se acumulan en la entrada S11 una de las puertas habituales de acceso al centro, al Departamento de Investigación, por donde bajan y suben los empleados regateando cajas, cubos de siniestro aspecto o bolsas cuyo contenido es mejor no averiguar.

Tres años de basura hospitalaria
Hace bastantes años relatan los trabajadores, que ese es el espectáculo cotidiano en ese acceso al hospital desde las siete y media de la mañana hasta las nueve menos cuarto de la noche. Los montones de basura suben o bajan según la hora del día y las frecuencias de recogida de la furgoneta que los lleva a compactar. Algunos recuerdan que en ocasiones se ha roto una bolsa y una mancha de sangre procedente de a saber qué historia complicada ha dejado huella en el suelo.



El itinerario de los desechos
La entrada S11 presenta siempre un aspecto desolador de vertedero y un tufo, que en días de calor implacable alcanza la categoría de hedor. ¡Qué espectáculo para un centro de esta categoría! Pero tras el asombro se amontonan las preguntas. “Y todos estos vertidos que están trayendo aquí continuamente ¿por dónde los bajan?” Dicen que recorren el centro y se desplazan por pasillos y ascensores en un itinerario antihigiénico y ofensivo. Hace ya tanto tiempo que los habituales casi ya ni se fijan.



El hedor a podredumbre nunca se desvanece
Pero para quien llega con ojos nuevos y en diferentes días y horas durante varias semanas, como es el caso de esta periodista, la tozudez de los hechos lleva tras el asombro a la impaciencia y de ahí a la irritación. Luego preguntas y es peor. Así que se hace la foto, y se repite y siempre sale lo mismo. Pero no parece que a la Gerencia del Hospital ni la Consejería del ramo ni a la propia Comunidad de Madrid les preocupe en exceso. Es indudable que en materia de Sanidad quienes nos gobiernan tienen otras prioridades. Pero sería mejor que estuvieran alerta: no hay que olvidar que el olor a podredumbre es insistente y va más allá, lo invade todo y nunca se desvanece.