Enrocarse suele ser contraproducente en política. Dar la cara y tomar al toro por los cuernos evita muchos problemas. Retrasar una respuesta te aboca a estar prisionero de una deuda de transparencia ante la ciudadanía y al escrutinio constante de los medios de comunicación, como instrumentos socialmente legitimados para ejercer la mediación entre representantes y representados. El presidente temporal del PP andaluz, Juan Ignacio Zoido, se encuentra en una de esas tesituras, tiene una pregunta pendiente de responder desde el pleno del Parlamento de esta semana. Bien puede esperar a que pase la tormenta o dar un paso al frente con valentía.

El presidente de la Junta lo retó a hacer públicas sus declaraciones de la renta y a aclarar si ha cobrado alguna vez sobresueldos, si es así cómo se han financiado y si los ha declarado a Hacienda. El envite de Pepe Griñán, que tiene sus declaraciones de los últimos cinco años colgadas en su web, dejó congelado al jefe de la oposición. Desde entonces no ha abierto la boca. Sus colaboradores se han limitado a transmitir a los periodistas que “no vamos a hacer absolutamente nada que ordene el señor Griñán”. Un día después otro dirigente del PP, el diputado Jaime Raynaud, se iba por las ramas y se defendía diciendo que la renta de Zoido “está en el Parlamento y ha estimado que si es pública o no es una “decisión” de la Cámara. Hombre, no, es pública en el mismo momento que el señalado tenga a bien hacer un ejercicio de transparencia, que no está prohibido actuar con luz y taquígrafos en política.

¿Para qué tantos remilgos en el PP? Con lo fácil que sería decir “SÍ” o “NO”. Muchos de los dirigentes han reconocido en las últimas fechas que han cobrado sobresueldos, además de su salario público, entre otros, Javier Arenas. Claro, que en ese caso se debe haber cumplido con las obligaciones con el fisco. Si por el contrario se contesta que no, y se dice la verdad, pues asunto zanjado y a otra cosa, mariposa. Lo peligroso sería decir que nunca se ha recibido unos ingresos extras del partido y luego se demostrara lo contrario. Se ha preferido tirar por la calle de en medio, la de ambigüedad y callada por respuesta. La ausencia de un desmentido taxativo e inmediato hace aumentar la sospecha y retroalimenta el rumor de que algo se oculta. En fin, con el tiempo se descubre (casi) todo.

Que se lo pregunten a Arenas, que en 2011 después de mucho marear la perdiz tuvo que hacer públicos sus ingresos presionado por la opinión pública tras la iniciativa de Griñán de poner su declaración del IPRF sobre la mesa. Públicos del todo no porque el entonces líder del PP andaluz se refugió en un acta notarial en la que admitía emolumentos (con gastos de representación incluidos abonados por el PP) de 143.000 euros anuales, aunque se le olvidaron las dietas del Senado, con lo que su salario anual rondaba entonces los 180.000 euros. Los que piden apretarse el cinturón y no paran de recordarnos que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades no son para nada un ejemplo de moderación retributiva.

 

* Miguel Ángel Vázquez es periodista y Portavoz del Gobierno andaluz