Benedicto XVI abría 2013 criticando las consecuencias del "capitalismo financiero no regulado" como las desigualdades entre ricos y pobres y las consecuentes tensiones sociales. Y si al salir de la Basílica de San Pedro después de su homilía el Papa hubiera querido sacar dinero de un cajero o pagar con tarjeta unos souvenirs de los museos vaticanos, no habría podido. En el pequeño estado ahora solo se puede utilizar dinero en efectivo y además llevarlo en los bolsillos cuando entras en la Plaza de San Pedro.

No se cumplen las garantías contra el blanqueo
Pero la Santa Sede, famosa por sus escándalos bancarios, no está siendo consecuente con las palabras de Benedicto XVI y desterrando el capitalismo virtual. Bien al contrario, la imposibilidad de operar con tarjetas o sacar dinero de los cajeros es fruto de una prohibición del Banco de Italia. El origen está en un informe de la Fiscalía de Roma sobre la investigación de presuntas actividades de blanqueo de dinero relacionado con las transacciones del Instituto para las Obras Religiosas (IOR). La decisión se basa, según difundió EFE, en que la Santa Sede no ha cumplido con las garantías de la Unión Europea sobre lavado de dinero.

Un "problema técnico" para El Vaticano
Para el portavoz del Vaticano, el jesuita Federico Lombardi, se trataba simplemente de un "problema técnico" que atribuyó a su proveedor para el servicio de utilización de tarjetas de crédito y de pago electrónico, en alusión a Deutsche Bank Italia, la entidad que lo gestionaba. La restricción puede tener consecuencias económicas: El Vaticano cuenta con farmacia, supermercado y varias tiendas de ropa y de tecnología, y especialmente con los museos vaticanos: ni la entrada de 16 euros ni los objetos de recuerdo se pueden pagar, de momento, con tarjeta. Unos cinco millones de visitantes dejaron en estos museos 91 millones de euros con destino a las arcas del Estado vaticano solo en 2011.