En cualquier situación en la que los poderosos intentan imponer una medida que perjudica a los más pobres y que iría contra el más elemental sentido de la justicia e incluso de la lógica, vemos como utilizan todos los medios ideológicos, es decir mediáticos, a su alcance para conseguir que la culpa recaiga sobre los que sufren las consecuencias de la misma. El capitalismo, que crea pobres y que extiende la miseria entre la mayoría, tiene un formidable aparato ideológico para que la gente termine pensando que los que no tienen nada es porque se lo merecen. Lo contrario sería dejar que la gente se diera cuenta de que unos son muy pobres porque otros son muy ricos y de que la riqueza puede repartirse siguiendo criterios de solidaridad y de justicia.

El Partido Popular es un burdo ejemplo del funcionamiento de este mecanismo. No hay medida injusta, insolidaria e inhumana que el PP tome que no vaya acompañada de su batería de razones para culpabilizar o, al menos para extender la sospecha, sobre los que tienen menos y que son además los más perjudicados por dichas medidas. Las razones de la crisis han quedado reducidas, y mucha gente se lo ha creído, a que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”; nada de las maniobras del capitalismo financiero para expoliar a sociedades enteras. Todo queda reducido a que las familias trabajadoras (animados y engañados por los bancos) se compraron un piso que no podían pagar. Nadie se pregunta por qué comprarse un piso para vivir dignamente es algo que queda fuera de las posibilidades económicas de la mayoría de las familias, y si eso es normal.

Después de eso, una vez que parece haberse extendido que los culpables de la crisis son los que la sufren en mayor medida o, por lo menos, que todos tenemos la misma culpa, no hay medida que no lleve aparejado su correspondiente culpable y, por supuesto, injusto culpable. Así, la reforma laboral que ha conseguido que haya muchos más parados, que se rebajen los sueldos, que se endurezcan las condiciones de trabajo etc. se aprobó acompañada de una campaña en la que los parados eran prácticamente unos vagos y unos delincuentes que se merecen lo que les pasa. Se ha conseguido extender la idea de que los parados son personas muy dadas al fraude. Los verdaderos defraudadores, en cambio, gozan de una amplia amnistía que les anima a seguir defraudando en el futuro.

Después se expulsa del sistema sanitario a los inmigrantes irregulares que no suponen apenas gasto sanitario pero sí ingresos –según demuestran todos los estudios. Se les deja fuera con la excusa de que así el sistema será más sostenible. Es decir, se deja sin sanidad a personas ¿se supone que para que el derecho a la sanidad siga siendo un derecho de las personas? Y a las CC AA que se rebelan y que deciden seguir defendiendo ese derecho básico el PP las acusa de insolidarias. Ahora un tal Floriano, un tipo con pinta de señorito de toda la vida, dice que entre los receptores de los 420 € hay muchos que viven con sus padres. Así que a las pensiones de miseria que cobran muchos ancianos y, sobre todo, ancianas, ahora hay gente que tiene la desfachatez de sumar los 420 euros con la intención de ver si entre todos consiguen para ir viviendo. Es posible que una de las medidas que han anunciado que van a tomar para poder seguir recibiendo esa ayuda sea vivir entre cartones, o quizá no. Quizá vivir en un cartón sea considerado “falta de domicilio fijo” y motivo para que te retiren la ayuda.

De este mismo tipo son las medidas anti pobres que cada vez con más frecuencia imponen algunos ayuntamientos. Y también de este tipo son las mediadas antiprostitución aprobadas por el Ayuntamiento de Barcelona que no sólo impone multas a las mujeres que se dedican a la prostitución para ganar un dinero que necesitan, sino que encima las mandan a un curso de “reinserción”. ¿Reinserción de qué? Porque es obvio que para conseguir un trabajo digno no servirá el curso, ya que si dichos trabajos existieran posiblemente muchas de esas mujeres no estarían dedicándose a la prostitución en la calle. Así que no es más que otra muestra de la milenaria costumbre de culpar de la prostitución a las propias mujeres y de considerarlas peligrosas sociales. Seguramente que si dieran de los clientes un curso de reinserción antipatriarcal, la cosa mejoraría. Pero no, eso no se les pasa por la cabeza. Pretender acabar con la prostitución sin variar ni un ápice las condiciones de desigualdad de género y de desigualdad económica es sólo una muestra más de ese culpar a los pobres de su pobreza.

En la Edad Media los pobres eran delincuentes, extendían las plagas y traían mala suerte. Cada vez que ocurría cualquier desgracia se perseguía a los pobres que eran odiados por serlo. Los pobres eran temidos por aquellos que se encontraban un poco por encima del nivel básico de subsistencia, y eran odiados por los ricos a los que los pobres no les gustan nada porque nunca se sabe por donde van a salir. Estamos cada vez más cerca de esa situación. De hecho, cada vez que el PP toma una nueva medida económica debajo de la redacción de la misma hay una letra pequeña, muy pequeña, que dice:¡que se jodan!”.

Y no olvides que el 15 de septiembre la Cumbre Social contra los Recortes, formada por más de 150 entidades de la sociedad civil ha convocado una Marcha a Madrid. Tenemos que llenar Madrid con la protesta, tenemos que conseguir un cambio de políticas y podemos hacerlo. Pon este día en tu agenda.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
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