Sinceramente, no me ha sorprendido el comportamiento tan obsceno como estulto de la tal Andrea Fabra a la que no se le reconoce más mérito que ser hija de un presunto delincuente que se ha aprovechado de sus cargos públicos para enriquecerse. ¡De tal palo tal astilla! Y, de paso, ser la mujer de Juan José Güemes, que todavía tiene por explicar por qué abandonó precipitadamente la vida política para refugiarse en el siempre sospecho Instituto de Empresa.

¡Qué gente! ¡Qué sujetos! Esto es justamente lo que reprueba la sociedad española cuando vomita de su clase política. Nada de servicio público, no; la política como forma de presumir y vivir opíparamente.

Paradigma del ‘pijoterismo’
Andrea, tan mona y pija ella, representa a esa nueva derecha”de escasos años (dentro de un orden) pero que se sitúa cerca del autoritarismo feudal cuando no del fascismo puro y duro. Jalear el hecho de dejar a la intemperie a ciudadanos que no se han enriquecido al socaire de la política o aplaudir recortes que son imprescindibles para la supervivencia de millones de depauperados españoles es algo que supera todos los límites. Que yo sepa esta Fabra todavía no ha presentado la dimisión o sus jefes en el PP no le han fulminado inmisericordemente. No habría durado dos días en una democracia que se estima así misma.

No es la única que abreva en el PP con esos comportamientos. Son hijos (as) directos del aznarismo soberbio y despreciativo donde el único valor es la cuenta corriente o los nickys de marca. No tienen por sí mismos ni un solo voto; se sostienen gracias a las carencias más que evidentes de un sistema que hace agua: el nepotismo y la falta de democracia interna en los partidos.

Responsabilidad de Cospedal y Rajoy
De modo y manera que el mantenimiento de la susodicha en su escaño es ya una responsabilidad directa de Mariano Rajoy y María Dolores de Cospedal. No pueden, ni deben, mirar hacia otro lado. Por su propio bien e incluso interés; y mucho más por el interés del Partido Popular; y mucho más, por el bien del sistema y de la Nación.

De lo contrario tendríamos la tentación de que les tienen cogidos por sus partes pudendas.

Lo más que evidente
Lo que no me sorprende en absoluto son los cambios de chaqueta. A tal propósito, me han remitido un vídeo en el que Carlos Dávila, hasta hace unas semanas el máximo defensor de Carlos Fabra, como antes lo fue de Jaume Matas, Franscisco Camps o Zaplana, arremete junto con otra sujeta de su misma cuerda, que durante años hicieron tándem en Intereconomía y ahora encuentran (entre el horror de los profesionales de la casa de Vasile), asiento en Telecinco (cuando abominaron de todo lo que significa esa cadena y su “telebasura”) contra Fabra. ¡Vivir para ver!

¿Acaso entonces se hacía la defensa por precio? ¿Por indicación de sus jefes en aras de los intereses de la casa de Ariza? Porque, la verdad, esto no cuadra.

Pero lo que definitivamente no cuadra es que personajes como Fabra (padre e hija) sigan militando en un partido que se autodefine como honesto, centrista y reformistas.

Siempre creí que Aznar debería fundar otro partido y subir a su carro a todos estos sujetos que abrevan a carrillo lleno bajo unas siglas con demasiadas contradicciones internas….y externas.

Porque, seis meses después, lo único que se ha reformado y reforzado es el hambre del pueblo.