Cuando un padre de familia, se encuentra en dificultades, y con una hipoteca que pagar, seguro que pensará en recortar gastos. Claro que sí. Suprimirá gastos no esenciales. Pero no se le ocurrirá quitarle las medicinas a su mujer que está enferma. Ni se le ocurrirá retirar a su hijo de los estudios, con grave perjuicio para su futuro. Tendrá que agudizar su inteligencia para ingeniarse nuevos ingresos.

A ese padre habrá que ayudarle con facilidades para el pago de las deudas. No apretarle para que pague, ya mismo. No se le puede exigir que acabe con el déficit ahora. O sí, o sí. Sin importarnos un bledo si se ahoga en el camino, o si se ve obligado a renunciar cuestiones básicas para su progreso y el de los suyos.

Los mercados de la deuda no nos dan tregua. Lo primero pagar. Lo primero recortar para garantizar que puedan cobrar. Y si es en un año mejor que en tres. Ellos van a lo suyo. Es la política la que tiene que regular estos abusos. Pero si los gobiernos liberales conservadores se muestran alineados con los mercados, entonces, apaga y vámonos. Llagará un día en que se den cuenta de su error. Lo malo es que eso llegará cuando estemos con la soga al cuello.

Ya se vislumbra quienes empiezan a darse cuenta del error. Ya estamos viendo una corriente en la que algunos se atreven a decir que austeridad, sí, pero acompañada de crecimiento. Que sin crecimiento nunca vamos a conseguir regular el déficit, nunca vamos a salir de la crisis, nunca vamos a acabar con el paro. Ya lo dice el Banco de España, ya lo dice el Fondo Monetario Internacional, ya empiezan a reconocerlo muchos gobiernos, incluso conservadores. Ya solo quedan por reconocerlo, Merkel y Rajoy.

Rajoy que, como alumno aventajado de Merkel, ha ido más lejos de lo que su maestra le ha obligado, en reforma laboral y en recortes. Se ha pasado de rosca. Hasta tal punto, que, en el primer trimestre de mandato, nuestra economía ha entrado en recesión, el PIB ha disminuido, la Bolsa ha bajado, la prima de riesgo ha subido, y el paro ha aumentado, mientras el déficit lejos de regularse está subiendo.

Julio García-Casarrubios Sainz
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