No hay otra forma de calificar a un alcalde el de Huércal-Overa (Almería) que se ha apresurado a quitar el nombre de Rafael Alberti al teatro municipal. Y una, la verdad y aunque resulte exagerada la comparación no puede dejar de ver en este pequeño gesto de retirar el nombre de uno de los más grandes poetas andaluces y españoles, alguien de cuya filiación política –por otra parte- la mayoría de los jóvenes estoy segura de que ya no pueden dar cuenta, un soterrado rencor, un odio espantoso, hacia la inteligencia, la cultura, hacia todo lo que signifique libertad, igualdad, esperanza.
Es imposible no pensar que este gesto guarda relación con el “muera la inteligencia” de la derecha brutal, el asesinato de Lorca por rojo, la persecución de la intelectualidad por entender que todo lo que sea inteligencia o cultura es peligroso. Desde que el PP ha llegado otra vez a los gobiernos municipales no ha tenido rebozo en acabar con cualquier nombre, ya sea en una calle o institución municipal, que hubiera pertenecido a alguien de izquierdas, y eso aunque dicha filiación ideológica no tuviera nada que ver con su arte y aunque dicho arte fuera reconocido aquí y en todo el mundo. Eso a la derecha le da igual; es evidente que para la derecha es la poesía la que es sospechosa. Así han desaparecido también, por poner un ejemplo, Pablo Neruda, Pablo Iglesias, Enrique Tierno, Miguel Hernández, esos rojos peligrosos cuyos nombres han sido sustituidos por vírgenes, santos, o por nombres de fascistas sin más. En Granada, el alcalde ha mandado retirar un monolito dedicado a los fusilados republicanos de la guerra civil pero mantiene el dedicado a José Antonio. Es evidente que en esta pequeña (o gran historia) de los símbolos y de la memoria, de la cultura, la luz y la inteligencia contra la barbarie y la negrura, vamos perdiendo. También en esto vamos perdiendo.
Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
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