Gabriela Bravo, entrevistada en Los desayunos de TVE, tras considerar "intolerable" que se llamase "fascistas" a los magistrados del Supremo que han condenado a Garzón, hizo una referencia directa hacia Jiménez Villarejo. Así, interpretó que llamarles "casta al servicio de la venganza es una descalificación y un ataque personal a los integrantes de un poder judicial que ha dado muestras de actuar, en la mayoría de los casos, con imparcialidad, independencia, rigor y seriedad".

Anclados en el franquismo
Villarejo, en declaraciones a ELPLURAL.COM, se ha ratificado en sus palabras, "descalificadoras, sí, pero amparadas por la libertad de expresión". Para él, el problema radica en que los jueces no están acostumbrados a la crítica y pretenden perpetuar los privilegios de la dictadura que los convirtió en "una casta de intocables y creen que lo siguen siendo".

Desautorizada por Ruz
Recuerda asimismo a Bravo que ya fue desautorizada por el juez Pablo Ruz cuando archivó la causa abierta por un presunto delito de calumnias e injurias a los magistrados del Supremo a los que, en un acto de apoyo al juez Garzón en la Universidad Complutense de Madrid, por decir que estaban "al servicio de la actual expresión del fascismo español".

Un profesional perseguido y Camps, absuelto
Villarejo defiende que, por mucho que le pese al Poder Judicial, la opinión pública cuenta y no respalda este tipo de actuaciones. "Lo que llega es un profesional perseguido y aplastado mientras se absuelve a Camps. Hay razones para preguntarse de qué lado está la justicia. No me atrevería a afirmar que los jueces del Tribunal Supremo han prevaricado pero son la expresión de una conspiración que ha llevado a acabar con la carrera de Garzón. Son ellos los condenados sociológicos de esto. Es Garzón el que tiene la dignidad profesional y el que ha sabido estar a una altura a la que no le han llegado ni mínimamente estos jueces corporativos. Garzón nos ha dejado un patrimonio indestructible y ellos deberían avergonzarse", comentó.

Grave daño a Garzón
Por todo ello, lamenta el "tremendo daño" que se ha hecho a Garzón con esta sentencia que supone el fin definitivo de su carrera como juez. "Es el peor daño que se puede hacer a un profesional. Es tan brutal y desproporcionado que lo podemos criticar como nos parezca. A algunos nos ha costado muchos años de lucha por la libertad como para que ahora traten de negarnos la libertad de expresión aludiendo a la honorabilidad de los magistrados del Tribunal Supremo", zanjó.

Convencido de que el Constitucional hará justicia
Preguntado por las posibilidades de Garzón ante el Constitucional, se mostró convencido de que el Alto Tribunal no tendría más remedio que corregir esta grave equivocación del Supremo. "Razones no le faltan", subrayó. Entre ellas, sostiene que al menos dos miembros del tribunal que le ha condenado, los jueces Varela y Marchena -instructores respectivamente de la causa del franquismo y la de los cursos en Nueva York-, debían haber sido apartados del juicio al haber una "evidente enemistad objetiva, e incluso subjetiva". Ambos, añade, han dicho y está por escrito en sus autos, auténticas barbaridades.

Los imparciales Varela y Marchena
"El señor Varela llegó a justificar la inhibición judicial de España en los crímenes del franquismo, incomprensible y Marchena ha defendido auténticas maledicencias que no tienen fundamento y demuestran una profunda ignorancia. Así, recordó que la decisión de Garzón de no admitir a trámite una querella contra Emilio Botín (y otras 22 personas más, entre ellos Luis Ángel Rojo, exgobernador del Banco de España), y que, según los querellantes por los cursos de Nueva York, habría provocado que el presidente del Banco de Santander lo premiara financiándole sus actividades, fue ratificada por la Audiencia Nacional. En su auto, este tribunal vio incluso en la querella "un indicio no precisamente de buena fe y lealtad procesal". Sin embargo, Marchena no ha tenido en cuenta estos contundentes argumentos.

Un tirbunal desviado
Para Villarejo resulta "incomprensible" que los siete magistrados hayan seguido "al dictado los argumentos de los querellantes" en un caso en el que no ha habido acusación de la Fiscalía. "Es una situación muy delicada y crítica para la Justicia, que se está apartando de la neutralidad debida. Tengo un máximo respeto a los jueces, pero no a los del Supremo, que se ha equivocado de forma muy grave en numerosas ocasiones (ilegalización de Bildu, la lista de Sastre...). Estos errores, afortunadamente están siendo corregidos por el Tribunal Constitucional y espero que también lo sean en este caso en el que se han violado las garantías y derechos fundamentales de Garzón. Ésa es la verdad y todos los folios que han escrito en esta sentencia no han hecho más que incidir en la creencia de que estamos ante un tribunal profundamente desviado ", concluyó.