Resulta paradójico, pero cualquier proceso de renovación interna en el PSOE es siempre objeto de críticas. Si se eligen direcciones y se aprueban decisiones con debate escaso y mayoría amplias, se acusa de déficit democrático. Si las direcciones y las decisiones se adoptan tras un debate amplio con posiciones diferenciadas, se habla de “líos” y de “quiebras”. El proceso congresual ha sido duro y tenso en algunos momentos, pero su desarrollo y su desenlace constituyen un ejemplo de buen ejercicio democrático. Primero el debate, después la votación y, finalmente, la unidad. Esta es nuestra tradición.

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