En cuanto llega la primavera, el aire parece llenarse de un olor a festival musical. Ya saben, desde los más hipsters que son el sueño de los barberos de media España, hasta los de toda la vida, de litrona y consumo de sustancias más o menos legales.

Pero este sábado va a tener lugar un festival musical muy especial. Uno de esos en los que lo importante está a miles de kilómetros del escenario. Un festival que sirve para cambiar el mundo.

Lo han montado de forma conjunta la asociación Mil Colinas y el músico David Castro. Y se han sumado a la causa Carlota Mad, Simply Broke y Milena Brody. Todos ellos estarán el próximo sábado a las 21.45 en la madrileña sala Hangar 48 con un objetivo: crear una escuela en la localidad ruandesa de Rukara.

El festival Mil Colinas tendrá lugar el próximo sábado a las 21.45 en la madrileña sala Hangar 48

El importe íntegro de las entradas [6 euros anticipada y 8 euros en taquilla], así como de la fila 0, para quienes no puedan asistir pero deseen colaborar, irá destinado a la creación de la escuela, puesto que tanto los músicos, como la sala y la plataforma de venta de localidades aportan sus espacios, tiempo y servicios de forma gratuita para la asociación, que ya ayuda a más de doscientos estudiantes de Rukara. "El espacio que teníamos alquilado allí se nos ha quedado muy pequeño", explica María Fernández, educadora social y co-fundadora de Mil Colinas. El importe total del proyecto son 60.000 euros y la asociación ya tiene ahorrada la mitad.

Una educación diferente

Fernández explica la filosofía del proyecto. "No se trata de una escuela de educación formal en la que ellos van a aprender Lengua o Matemáticas. Eso ya lo tienen en la escuela pública. La idea es un centro educativo en el que ellos pueden aprender cosas distintas y tener un espacio propio porque allí los niños y jóvenes trabajan muchísimo durante todo el día".

Esa necesidad de realizar labores que en nuestro mundo se consideran impropias de un niño, allí son cotidianas. Desde recoger leña o ir a por agua al río, hasta cuidar de los hermanos porque la madre ha dado a luz. Esas situaciones implican la imposibilidad para muchos de ellos de mantener el ritmo de las clases en la escuela pública. Por eso es importante el refuerzo que Mil Colinas les ofrece, así como la generación de "habilidades sociales, cultura, deporte... Todo lo que es necesario para su desarrollo".

Muchas veces pensamos que los proyectos tienen que ser allí, pero realmente tienen que ser allí y aquí

Fernández asegura que la labor más importante en el primer mundo es la de la concienciación. "Por mucho que hagamos proyectos, si no conseguimos que la gente tenga una visión diferente de la realidad, en las próximas generaciones todo seguirá igual. Muchas veces pensamos que los proyectos tienen que ser allí, pero realmente tienen que ser allí y aquí".

Responsabilidad del primer mundo

Y apela a la responsabilidad del primer mundo sobre la situación que sufren los habitantes de los países más desfavorecidos. "Con que dejaran de quitarles lo que tienen, ya sería suficiente, porque la mayoría de estos países tienen recursos para salir adelante".

El proyecto surgió tras un viaje en el que María reconoce haberse "enamorado" de Rukara y sus gentes. "Al regresar a España nos dimos cuenta de que había que hacer algo allí. Contactamos con una educadora ruandesa para poner en marcha el proyecto. Ella reunió a un grupo de treinta y tres chavales de secundaria que empiezan a trabajar sobre qué les gustaría mejorar en su educación". Hoy en día, el número de estudiantes es de 204 y en España son ocho voluntarias, todas ellas educadoras.

Termina invitando a todo el mundo a conocer otras realidades. "Cuando viajas y ves las condiciones en las que viven, todo lo que puedes aprender de sus valores comunitarios de compartir y de trabajar por la comunidad, te das cuenta de que hay que hacer algo. No se trata de ir a salvar el mundo. Se trata de ver las cosas de otra manera".