El estallido de la burbuja inmobiliaria fue visto por algunos expertos, al margen de las consecuencias negativas que derivaron desde un punto de vista social, como un fenómeno propicio para que las cosas cambiaran en España.

El punto de mira se fijó entonces en el llamado modelo productivo, sobre el que los economistas señalaron como caduco (el centrado en el ladrillo). Ese cambio en el modelo tendría que girar hacia la I+D+i.

Han pasado los años y, a la vista de los últimos datos sobre el mercado de la vivienda, parece que poco o nada hemos aprendido, al tiempo que se confirma la escasa inversión en ámbitos que garantizarían un presente y, sobre todo, un futuro como país.

Desecho de la agricultura

Como si se tratara de hacer de la necesidad virtud, ahora se ha conocido que un grupo de científicos de Francia y EEUU, junto con una investigadora española de la Universidad de Córdoba, Araceli García, han logrado producir un material resistente y que encaja como un guante en un sector como el de la construcción, a partir de uno de los mayores desechos que genera la agricultura.

En realidad, la investigación nada tiene que ver con el repunte del ladrillo en España. Los estudios que ahora culminan vienen de hace años.

Tal y como revela la institución académica andaluza en un artículo, se trata de diminutos cristales de celulosa, salidos de las hojas del maíz, y que empiezan a ser considerados como el nuevo material de construcción del futuro.

La revista especializada Crops and Products subraya que la base de todo es la biomolécula orgánica “más abundante en la biomasa terrestre”, o dicho de otra manera, las mencionadas hojas del maíz. Entre otras características, destaca su ligereza y flexibilidad, y a pesar de ello, su efecto es el contrario, es decir, “tiene una resistencia superior a la del acero”.

Más resistente que el acero

Sin duda alguna, de confirmarse los datos, se podría estar ante una de las investigaciones más importantes de los últimos años, con la peculiaridad de la sostenibilidad y la baja contaminación del material.

Hasta el momento, los usos que se daban a estos desechos eran bastante limitados, siendo lo habitual su quema.

Tal y como recoge la Universidad de Córdoba en el citado artículo, Araceli García explica que “los nanocristales de celulosa se suelen fabricar a partir madera, pero la madera no está disponible en todo el mundo”. Además, agrega, las hojas de maíz son una materia prima “más barata, menos contaminante, más sostenible y sin aplicaciones en alimentación”, lo que suma elementos que hacen más atractivo el material resultante.

También en biomedicina

La investigación abre todo un mundo de posibilidades, en particular para sectores como de la construcción, puesto que en ellos destaca su “resistencia a la tracción”, es decir, la flexibilidad o capacidad que tienen para el estiramiento. 

Con estas propiedades, además, se empieza a hablar de su uso en otros campos como el de la biomedicina.

Sin duda alguna, debido a la cantidad de estos desechos que se dan en el planeta, parece que los nanocristales extraídos de las hojas del maíz, tienen el futuro asegurado. Incluso, se empieza a especular con el aumento de su producción a medio plazo.