En el año 2050 el 70% de la población mundial "vivirá, viajará y trabajará en las áreas urbanas". Ante esto, los efectos del cambio climático y los hábitos que el ser humano tiene en esas tres facetas de su vida cotidiana, es imprescindible la adopción de medidas. La frase que alude a lo que ocurrirá en la mitad de este siglo está extraída del informe que hoy publica el Foro Económico Mundial en colaboración con la consultora Bain & Company bajo el título 'Vehículos eléctricos para ciudades inteligentes: El futuro de la energía y la movilidad'.

El mismo, de 32 páginas, comienza con una visión, en cierta medida, apocalíptica, indicando que en las próximas 3 décadas "las ciudades y sus áreas metropolitanas sufrirán importantes transformaciones para crear condiciones de vida sostenibles para sus residentes". El estudio indica que la movilidad y la energía "son los pilares" de esos cambios, pero su adaptación a la realidad será fundamental para hacer frente al "crecimiento demográfico y económico sin aumentar congestión y contaminación". 

Es aquí donde entrarían en escena, como "soluciones de movilidad y energía", los coches eléctricos. En concreto, determina que este tipo de vehículos podrían reducir el coste del transporte urbano por kilómetro en un 40% en las ciudades.

En este contexto, estudia la electrificación, descentralización y digitalización de los sistemas de energía, además del cambio hacia la movilidad compartida y la conducción autónoma.

Valor económico

El trabajo concluye que, solo en Estados Unidos, alcanzar esta transformación cuadruplicaría el valor para la sociedad en 2030, un beneficio que podría llegar hasta los 635.000 millones de dólares (alrededor de 517.000 millones de euros). Además de reducir los costes de desplazamiento, la electrificación de los vehículos añadiría flexibilidad a la gestión del sistema de energía, ya que las flotas de vehículos eléctricos públicos, comerciales y de servicios de transporte se conectarían a cargas inteligentes y a servicios auxiliares.

Del mismo modo, también se reducirían las emisiones marginales de CO2 a cero, al tiempo que aboga por impulsar el uso de la energía solar y eólica para satisfacer la demanda de la electricidad necesaria para movilizar estas flotas de transporte.

El documento analiza ejemplos prácticos, extrayendo sus propias recomendaciones para la acción, tanto del sector público como del privado, en cuya conjunción en materia de energía está la clave para los autores. Así, ciudades como Buenos Aires, Montreal y Santiago, por ejemplo, han dado prioridad a la electrificación del transporte público a través de licitaciones de autobuses eléctricos.

El estudio propone un enfoque multisectorial y específico al mercado para obtener el compromiso de distintas industrias y sectores. Además, aboga por dar prioridad a vehículos autónomos y flotas, e implementar ahora infraestructuras de carga para anticipar la transformación de la movilidad.

Menos "uso personal y privado"

En sus conclusiones, los responsables del informe, reconocen que los vehículos eléctricos "proliferan a nivel mundial a un ritmo alto debido a las políticas de descarbonización y la mejora de costos y rendimiento para los clientes". Sin embargo, también señalan que poner el énfasis en coches "para uso personal" y la ausencia de estrategias claras para el despliegue de las estaciones de carga, "podría limitar los beneficios generados por la electrificación del transporte".

Por ello, a su juicio, tras llamar la atención acerca de las posiciones que han de mantener la clase política y las empresas energéticas, el sector de la movilidad ha de estar "a la vanguardia en la transformación de los patrones de movilidad", desarrollando nuevos negocios que apuesten más por otros modelos (como podría ser el uso compartido o el intercambio) y dejen de lado la compra en propiedad para uso personal de los vehículos eléctricos.

Ahora mismo se desconoce si estas recomendaciones del Foro Económico Mundial están en lo cierto. El tiempo dará o quitará razones, también a aquellos que empiezan a hablar de una especie de burbuja económica en torno a los medios de transporte eléctricos.