La expansión Frozen Wilds para Horizon: Zero Dawn se puede definir a la perfección como “más de lo mismo”. Pero esa expresión jamás había tenido un sentido tan positivo. Porque el DLC Frozen Wilds  lo que muestra es más conocimiento sobre el mundo que rodea a Aloy, esa bella guerrera que lucha contra su mundo en aras de encontrar sentido a su vida. Poque Aloy, denostada por su propio pueblo, pugna por salvar el planeta. Salvar a quienes la convirtieron en paria y a todos los pueblos que conforman esos apocalípticos Estados Unidos del futuro. Esa lucha por conocer su alrededor y a ella misma nos lleva a un territorio inhóspito en esta expansión. Un esplendor visual que convierte el blanco en un escenario impoluto. Conoceremos más sobre ese pueblo místico que son los Banuk. Nuevas armas, nuevos trajes, nuevos retos y… nuevos enemigos.

Para empezar a recorrer este nuevo mundo no es necesario haber terminado la historia principal, pero sí recomendable. Porque emprender esta nueva empresa con más conocimiento nos hará entender mejor las incógnitas que esconde El Tajo. Además, por un tema digámoslo, psicológico. Dejar atrás lo conocido y centrar todo nuestro interés en este recóndito mundo de hielo. Tener mínimo 30 de nivel es suficiente para comenzar el nuevo reto desarrollado por Guerrilla Games.

Aloy conoce la existencia de esa tierra a través de las palabras de un caminante en Torre del Día. La tradición oral como fuente de conocimiento, al igual que los pueblos de la antigüedad relataban historias de lejanas zonas jamás pisadas por el hombre occidental. Y qué más quiere Aloy que la esperanza de una tierra sin explorar, nuevas máquinas que cazar y nuevas montañas que escalar. Una aventurera ancestral en el futuro.

Las nuevas máquinas superan en diseño y furia a las ya conocidas. Nuestro primer encuentro con un Incinerador recuerda al primer enfrentamiento con una máquina al comenzar el juego. Nervios pero también admiración ante lo que nos vamos a encontrar. La técnica de lucha es similar: estudiar los movimientos, conocer su debilidad y fortaleza, y sobre todo, luchar sin miedo. Bailar ante la máquina y demostrar por qué somos más inteligentes que ella. Las nuevas armas y armaduras a las que tendremos acceso nos ayudarán para derribar a los enemigos.

Si estamos acostumbrados a luchar contra la corrupción que invade a la máquinas en el mundo conocido, las bestias que habitan el Tajo sufren otro tipo de enfermedad. El maligno las posee y hace de ellas unas bestias más temibles. Además de la existencia de torres que manejan a las máquinas y que curan sus heridas a golpe de ondas magnéticas. Para ello, deberemos sabotear primero las torres y luego acabar con las máquinas. Otro cambio renace en el sistema de apertura de puertas selladas en el interior de las montañas. Superan en dificultad a las ya conocidas. Puzles más complicados que los anteriores; los cuales, a pesar de no ser un reto excesivo, sí que cambian la tónica habitual, lo que conlleva un menor tedio.

Otro cambio aparece en el Árbol de habilidad. Uno de los defectos de Horizon es que las habilidades a mejorar resultan escasas. Se echa de menos más movimientos extra con los que potenciar la habilidad de Aloy que más convenga a los intereses del jugador. Por ello, la expansión nos muestra una nueva rama de habilidades. Esta mejora se centra en las acciones relativas a la montura. Aspectos que afectan a la jugabilidad y rapidez de viaje como recoger material desde la propia montura, asaltar enemigos mientras montas o poseer una máquina que nos transporte sin la necesidad de sabotear al “animal”. Sin embargo, habría resultado más interesante profundizar en este tema y abrir el abanico de posibilidades.

Pero al igual que en Horizon: Zero Dawn, el DLC Frozen Wilds, impacta por su belleza visual. Esta vez un paisaje glacial al norte de las Tierras Sagradas nos impacta por el cuidado del escenario, las vistas, la transición noche-día y la aurora boreal. Y ese pueblo Banuk. Que lucha contra el "maligno" el cual vive en un volcán llamado Tambor del Trueno, que no para de echar humo, dejando una impactante estampa cuando conocemos a los habitantes de ese pueblo. Una gente mística y que deja entrever el hecho de guardar una serie de enigmas que nos harán entender de mejor forma el mundo que nos rodea. Porque Frozen Wilds, lo que hace, al igual que el juego original es impactarnos, asombrarnos y deleitarnos ante la belleza visual, la moral, la consciencia de la naturaleza y la jugabilidad. Más de lo mismo, en el mejor sentido posible.