Alrededor de un millón de españoles padece fibrilación auricular, la arritmia cardíaca más frecuente. Hablando de números, cifras y porcentajes, tal vez hay quien pueda considerar, sin tener en cuenta nombres y apellidos, que su incidencia es baja. Sin embargo, la prevalencia de esta patología no solo no disminuye, sino que va en aumento cada año y ya “alcanza al 4% de las personas de más de 40 años”. Lo afirma uno de los mayores expertos de nuestro país, el doctor Felipe Atienza, electrofisiólogo especialista en cardiología y jefe Clínico del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Forma parte del equipo que, desde este centro y con investigadores de la Universitat Politècnica de València,  trabaja hace tiempo en el desarrollo e implementación de Corify, una nueva tecnología centrada es esta dolencia que, insiste, “es fácil suponer que tendrá una incidencia todavía mayor”.

Las razones son obvias. Por una parte, porque la población española vive cada vez más años y “este tipo de arritmias está muy directamente relacionada con la edad”, aclara. Esto significa que, cuanto más vivimos, más posibilidades tenemos de desarrollarla.

El segundo motivo se encuentra en que “hablamos de una arritmia que también se relaciona con enfermedades cardiovasculares”. Reconoce que, aunque por fortuna “los cardiólogos desarrollamos nuevas técnicas que permiten que los pacientes vivan más, quedan con secuelas. Y esas secuelas favorecen la fibrilación auricular”.

Precisamente, en este apartado adquiere mayor relevancia Corify, no en vano “es importante saber a qué pacientes hay que tratar con catéter y a cuáles no”. 

¿Qué es Corify?

La fibrilación auricular es una arritmia fácil de diagnosticar. Basta un sencillo electrocardiograma. No obstante, en palabras del doctor, “a pesar del fácil diagnóstico, determinar el tratamiento es muy complejo. Lo que pretende Corif, utilizando un sistema más sofisticado de electrocardiografía, es saber qué tipo de tratamiento necesita cada paciente, sin necesidad de cateterismo”. Algo así como un GPS de estas arritmias que permite su localización e identificación, al fin y al cabo, identificar de forma no invasiva y en tiempo real esta dolencia es fundamental y, a la vez, la clave de esta tecnología.

Hasta ahora, para determinar si a un paciente era preciso realizarle un cateterismo -prueba más agresiva y de la que pueden derivar complicaciones- se disponía de métodos “más rutinarios y poco sofisticados”. Con Corify cambia el procedimiento a seguir, dejándose a un lado los ‘palos de ciego’ a los que en ocasiones conducían los sistemas tradicionales.

En palabras de Felipe Atienza, “los métodos que teníamos hasta ahora para establecer la necesidad de hacer o no pruebas invasivas conducían, en un porcentaje de pacientes no pequeño, a realizar un cateterismo cuando verdaderamente en ellos no era eficaz, ni lo va a ser”. Ahora, “estudiamos la arritmia antes de cualquier prueba agresiva, vemos si, desde fuera, somos capaces de tratarla mediante catéter y únicamente tratar aquellos en los que la probabilidad de beneficio es muy alta”, aclara.

Muchos beneficios

Los beneficios son muchos porque, entre otras cosas, permite estratificar y seleccionar a los pacientes que van a ser candidatos óptimos para llevar a cabo una ablación cardíaca. Pero también en sentido contrario, es decir, al no indicar la ablación en enfermos en los que no sería efectiva.

Sin duda alguna, no se puede dejar a un lado otro elemento positivo que deriva del Corify. Se trata del económico, puesto que la mejora en las tasas de diagnóstico significa que los mencionados ‘palos de ciego’ son mucho menores, lo que se traduce en un ahorro tanto en las pruebas para determinar la arritmia, como en los tratamientos más afectivos para la salud del paciente.

Corify acaba de ser seleccionado como uno de los proyectos del programa CaixaImpulse de Obra Social “la Caixa”. Este reconocimiento marca también la fase en la que se encuentra la nueva tecnología, ya que está dirigido a iniciativas de investigación con un potencial desarrollo comercial próximo. “Nosotros disponemos del producto, de la tecnología de la experiencia”, explica Felipe Atienza, “mientras que la iniciativa CaixaImpulse nos permite dar valor al producto en su última fase, es decir, en la del desarrollo del producto previa a su comercialización”.

A día de hoy, este tipo de arritmia supone un coste muy alto para el sistema sanitario, llegando a los 1.200 millones de euros anuales sólo los sistema de mapeo. La tecnología Corify implica y supone una mayor eficiencia y, lo que es más importante, algunos cálculos indican que puede ayudar a mejorar la vida de millones de personas que padecen fibrilación auricular en Europa.